« Volver

La Voz (Madrid)

Periódicos
Poco después de fundar la Editorial Calpe, que más tarde absorbería a Espasa, la empresa El Sol, C.A., de José Nicolás de Urgoiti, fundará este periódico dirigido a las clases populares para así disponer de un tanden a la americana con el matutino y prestigioso diario El sol, que venía editando desde 1917. La voz será “diario independiente de la noche”, cuyo primer número aparece el uno de julio de 1920, declarándose, asimismo, liberal. Junto a su compañero matutino empresarial se mostrará fervoroso con la Dictadura de Primo de Rivera y mostrará una acerada hostilidad al gobierno Berenguer. Con la venta de Urgoiti de su empresa editorial y coincidiendo con las vísperas de la proclamación de la II República Española, La voz –al igual que El sol- serán diarios monárquicos que, seguidamente, se alinearán con el republicanismo moderado, llegando en 1932 a adscribirse al azañismo. En 1934 será adquirido por la nueva compañía Editorial Española. Competirá fuertemente con el republicano Heraldo de Madrid y estará enfrentado al monárquico Abc, llegando sus directores y periodistas hasta los desafíos personales. Con el mismo talante progresista y los mismos principios políticos que El sol –con el que compartía redactores y colaboradores-, La voz será un vespertino popular que, no siendo sensacionalista y estando bien escrito, ocupó el primer puesto en la venta callejera, alcanzando en 1930 los 130.000 ejemplares, casi la mitad de ellos en provincias, con notas editoriales breves y ligeras y dedicando gran atención a los sucesos o a los toros y una sección diaria dedicada al movimiento obrero. Muy ilustrado, su viñeta diaria en primera se debía a la pluma de Manuel Tovar y Alfonso fue uno de sus principales fotógrafos. Siendo un diario de información política y de noticias nacionales, de provincias y extranjeras, publicó también el tradicional folletín, y obtuvo importantes ganancias por los anuncios y la publicidad. Estuvo dirigido por el periodista granadino Enrique Fajardo, conocido como Fabián Vidal, y su redactor jefe será Manuel Bueno, que será reemplazado por Benito Artigas Arpón en 1931, cuando el diario cambie de manos empresariales. En su excelente nómina de redactores y colaboradores se encontraron Luis Araquistain; Tomás Borrás, encargado de la crítica teatral y cinematográfica; Enrique Díaz-Canedo, de la literaria; Nilo Fabra, con el seudónimo El espectador, de la de tribunales; Ángel Galarza, con el de Modestino, de la municipal y judicial; Maximiliano Clavo, con el de Corinto y oro, de la taurina; Ricardo Gutiérrez Abascal, con el de Juan de la Encina, de la crítica de arte. José Joaquín Sanchís Zabalza fue el encargado de la sección de economía y finanzas y Andrea Mersae fue su corresponsal en París. En su nómina también estuvieron Luis Bello, Eduardo Gómez de Baquero (Andrenio), Luis Blanco Soria, Antonio Cacho Zabala, Alberto Insúa, Antonio Botín e Irene Falcón, así como Ortega, Maeztu o Pérez de Ayala. Muchos de ellos ocuparían puestos políticos en el gobierno republicano. La voz tuvo que suplir en algunos momentos a El sol cuando este fue suspendido, editando incluso ediciones matutinas, y en 1937 incluirá los jueves El mono azul. Los talleres de La voz, que compartía con El sol, fueron confiscados en 1939 por Falange para editar su periódico Arriba.