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El Álbum ibero americano

Álbum ibero-americano
Gimeno de Flaquer, Concepción (1850-1919), directora de la publicación
Revistas femeninas || Semanarios de amenidades
Publicación que, con el subtítulo “ilustración semanal”, está caracterizada por su vinculación directa con la escritora y periodista feminista aragonesa Concepción Gimeno y Gil (1850-1919), quien cambiará su segundo apellido por el de su marido tras casarse, en 1879, con el asimismo periodista y hombre de negocios catalán Francisco de Paula Flaquer y Fraise; por su vinculación con el hispanoamericanismo, así como caracterizada también por su naturaleza de revista ilustrada española de entre siglos. En cuanto a esta última y como así la tipifica Juan Miguel Sánchez Vigil, se trata de una revista que mantendrá el “corte clásico” en comparación con los nuevos estilos gráficos de los magazines que surgirán en la última década del diecinueve, como Blanco y negro (1891) y Nuevo mundo (1894). Concepción Gimeno Flaquer, maestra de profesión, como pionera del periodismo feminista español, propagandista de la instrucción pública y defensora de la emancipación de la mujer dentro de lo que ella denominó “feminismo sensato”, o de corte liberal avanzado, como por otra parte es definido, había sido previamente editora de La Mujer (Madrid: 1871-1879), que había fundado Faustina Sáez de Melgar, y fundadora y primera directora de La Ilustración de la mujer (Madrid: 1873-1877). Tras contraer matrimonio, viajará por Francia (en donde llegará a conocer a Víctor Hugo) y Portugal, hasta establecerse en México, en donde su marido ya había dirigido previamente un periódico. Aquí fundará y editará El Álbum de la mujer (1883-1890), mientras que Francisco de Paula Flaquer dirigirá otras publicaciones. Ya en esta revista confluirán tanto escritores y periodistas hispanoamericanos, como el poeta David Gris, como escritoras y periodistas españolas de la generación de Concha Gimeno, como Carolina Coronado, Julia Asensi o Emilia Pardo Bazán. Tras instalarse el matrimonio Flaquer en Madrid, Concha Gimeno continuará su labor periodística y para ello modificará el título de la revista que había editado en México por El Álbum ibero-americano, con las claras intenciones de seguir expandiendo, ahora desde la capital, la cultura española más allá de nuestras fronteras y la iberoamericana en España, como así señala en su estudio Sánchez Vigil. Véase también en este mismo sentido el extenso índice de los escritores hispanoamericanos de la revista que elaboró en su día María Isabel Hernández Prieto. El primer número de El Álbum ibero-americano en la colección de la Biblioteca Nacional de España corresponde al siete de enero de 1891, pero indicando año IX de publicación en su secuencia, a la que añadirá segunda época, es decir, el noveno desde que empezó Concepción Gimeno a publicar El Álbum de la mujer, en México, y alcanzará, al menos veinte años de vida, hasta el 30 de diciembre de 1909, pero habiendo sido sustituida en la dirección por su marido a partir del 30 de diciembre de 1900. La revista abordará el tema de la mujer “de manera tremendamente confuso e interesante”, a juicio de Diego Chozas Ruiz-Belloso, que en un ensayo de 2005 analiza este fundamental contenido de una publicación editada y dirigida por quien fue la segunda mujer en ingresar en el Ateneo de Madrid, tras Pardo Bazán. Junto al subtítulo, El álbum ibero-americano estampará también la leyenda “artes, ciencias, literatura, modas y salones”, e incluirá en el grabado en donde va estampado el título símbolos de España y América. En números de doce páginas, al principio cada uno comienza con la sección “Crónica española y americana”, que narra la actualidad y que, firmada por Francisco de Paula Flaquer y alguna vez por Juan Manuel Contreras, irá variando su epígrafe: “Crónica europea y americana” o “Revista americana”. Por su parte, Concha Gimeno será la autora de “Crónica policroma” y “Crónica semanal”, una especie también de miscelánea de hechos de actualidad, que también llevará en algún momento la firma de su marido. Asimismo, a partir de 1897, Gimeno empezará a firmar una “Crónica feminista”, que después se denomina “Crónica femenina y feminista”. Junto a la sección “Cartas políticas”, bajo la firma de Ayub y otras referencias de mismo corte, el resto de las páginas de la revista estarán dedicadas preferentemente a artículos diversos, a criticas literarias, artísticas y teatrales, a textos de creación literaria (cuentos, narraciones breves, poemas, epigramas), a biografías de personajes célebres (escritores, artistas, políticos, militares, etc.), pero también a las de mujeres notables. Se completaría cada número con alguna crónica de París y una revista de salones (a los que acudía la propia Concha Gimeno) y de modas. La publicidad comercial, de buen gusto y selecta, quedaba estampada en las últimas planas. Quincenalmente, también regaló un suplemento de modas con figurines y grabados, algunos recortables, diseñados por M. Moreno, titulado La Elegancia, y como regalo a las “señoras suscriptoras”. En números de cuatro páginas, está redactado por la vizcondesa de Clairment, Rosalía Ferrer, Carmen Silva o Nicolasa Durán de Méndez, y forma parte de la misma colección de la Biblioteca Nacional de España. Comenzó publicando índices de materias y autores con los contenidos de los 24 números que contenían cada tomo semestral. El primero de estos índices en la colección de la Biblioteca Nacional de España corresponde al segundo tomo, por lo que no sabemos si el primer tomo pudo corresponder a 1890. A partir de 1895 los índices serán anuales, con los contenidos de las 48 entregas de cada año. Sus colaboradores, de ambos sexos, fueron numerosísimos. Además de otros muy conocidos, lo fueron Ernesto de la Guardia, Carlos Ossorio y Gallardo, R. de la Huerta y Posada, Antonio de Balbuena, Teodoro Guerrero, J. Parada Santín, Melchor de Palau, E. Gómez Carrillo, Juan Tomás Salvany, Gustavo Baz, José M. Matheu, Carmen P. de Silva, Josefa Codina Humbert, Josefa Pujol de Collado o la ya citada Julia Asensi. Su portada siempre estuvo ilustrada, generalmente, por un retrato. Llega a insertar una docena de ilustraciones en cada número utilizando el fotograbado directo, la mayoría firmados por M. Moreno. Además de los retratos de las biografías, inserta fotografías de vistas, edificios, monumentos, reproducciones pictóricas o dibujos alegóricos de escenas, que son descritos en su sección “Nuestros grabados”.