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El Papelito (Madrid)

Periódicos || Carlismo || Revistas satíricas y humorísticas
Con el subtítulo “periódico para reír y llorar”, se considera un “destacado representante” –junto a La Gorda (1868-1870), entre otros– de la prensa joco-seria “católico carlista” de la época, que constituyó el “primer gran éxito” de la misma, al ser este periódico el más difundido, sobre todo en la primera mitad de 1870 (Seoane: 1983 y Checa Godoy: 2016), alcanzando tiradas de 25.000 y en alguna ocasión de 50.000 ejemplares (según las propias fuentes carlistas). Había aparecido, sin embargo, durante el último gobierno de la Unión Liberal de Ramón María Narváez (1800-1868), sacando un “número muestra” en marzo de 1868, un mes antes de la muerte del general. Como semanario sale cada domingo y publica su primer número el seis de abril de ese mismo año. Sus entregas son de cuatro páginas, compuestas a tres columnas, que se secuencian como “papelitos”. Comienza a salir de la Imprenta de Manuel Tello, y se indica como administrador y editor responsable a Francisco Hernández. Se le ha atribuido su fundación –y también su dirección– al escritor tradicionalista José María del Castillo (1842-1899), quien perderá su cátedra de la Escuela Central de Ingenieros al negarse a jurar la Constitución de 1869. Al comenzar la tercera guerra carlista (1872), Del Castillo pasaría a ser secretario de Joaquín Elío (1806-1876), el general en jefe del ejército carlista del norte, y de doña Margarita de Borbón-Parma (1847-1893), esposa de don Carlos María de Borbón y Austria-Este (1848-1909), pretendiente a la Corona de España como Carlos VII. En 1882, Del Castillo ingresaría en la Compañía de Jesús. Hasta su número 92, de tres de julio de 1870, El Papelito tiene su primera época, que denomina “siglo I”. El ocho de enero de ese año su redacción había sido asaltada por la célebre “partida de la porra”, dirigida por Felipe Ducazcal (1845-1891), y asesinado Manuel Azcárraga –que en alguna referencia se le ha atribuido la dirección de este periódico, calificado de libelo–, después de que este joven redactor hubiera publicado unas “crónicas extraconyugales” del entonces gobernador civil de Madrid, Juan Moreno Benítez. En una hoja suelta de la colección se indica que la suspensión se produce “por acuerdo de la Junta Central Católico-Monárquica”, al igual que otros nueve periódicos carlistas, al tiempo que suspende sus reuniones en el Casino Católico-Monárquico de Madrid. Tres meses después, el nueve de octubre, reaparece, continuando su secuencia numérica, y denominado a esta época como “Campaña 2”, alcanzando hasta la entrega número 109, de 29 de enero de 1871. Señala en su artículos de despedida (La partida de Amadeo y Morimos de risa) que cesó tras numerosas denuncias y sabotajes en la circulación por correo de sus ediciones, y al estar su director y varios redactores encarcelados, incluido el que era entonces su editor responsable, el impresor Manuel Tello. Por ello, al final, sería estampado en la Imprenta de la Viuda e Hijos de Galiano. Coincidiendo entre su primera y segunda época, había aparecido en su lugar el también satírico carlista El Papelillo, estampado en la citada imprenta de los descendientes de Galiano; y, durante el periodo septembrino, estuvo apareciendo otro semanario semibufo carlista, dirigido por José Rodríguez Lapiedra, con el título El Nuevo papelito. Así mismo, en Zaragoza, durante dos meses de 1871 se publicaría el también semanario carlista El Papelito aragonés (cfr. Carpizo Bergareche: 2008 y Checa Godoy: 2016). Jaime del Burgo (1978) recoge que El Papelito se autocalificó jocosamente en su primera entrega como periódico “oficial, de partido, ilustrado y universal”. Sólo en su sección Jeroglífico inserta algunas figuras o dibujos. Sus textos son en prosa y en verso, y publica también charadas, adivinanza o acertijos. Tiene secciones fijas, como Artículo para damas, Cajón de sastres o Banderillas; así como series, como la titulada Verdadera historia del bufo Arderíus y del gran Gaztambide, y folletines, como El amor y la prójima. Prácticamente sus textos no van firmados, apareciendo iniciales o seudónimos, como el de Perico. Todos sus contenidos tienen un marcado carácter político, y publica listas con las donaciones recaudadas para los presos carlistas. En 1894, reaparecería este título, también como “furibundo” defensor del pretendiente don Carlos VII. Para la prensa carlista, véanse también los trabajos de Navarro Cabanes (1917) y Garmendía (1975), entre otros.