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Juventud (Madrid. 1901)

Cultura
Revista que alterna lo doctrinal y lo literario y que forma parte del cuerpo de publicaciones de entre siglos enmarcadas en la “edad de plata” de la cultura española, en donde se muestran las tendencias regeneracionistas en lo político y en los sociológico –tal como reconoce Gómez Aparicio- a la vez que sirve de cauce a la inquietud creativa de la generación del 98, como señalan Domingo Paniagua y Luis S. Granjel. Subtitulada “revista popular contemporánea” y con tintes modernistas y europeizantes, comienza su andadura el uno de octubre de 1901, no mencionando en ningún momento quien es su director personal, y aunque entre los nombres que se barajan para su inspiración y fundación aparecen los de Pío Baroja y los de los periodistas Carlos del Río y José María Llanas Aguilaniedo, así como el del propio José Martínez Ruiz, antes de que adoptara el seudónimo de Azorín, han convenido quienes la han estudiado que debe ser considerada su dirección como colectiva. Entre los que publicaron en ella, además de los ya citados, aparecen -algunos de manera fugaz- Santiago Ramón y Cajal, Francisco Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno y Joaquín Costa. En creación literaria (narrativa y poesía) incluye textos modernistas de Ramón María del Valle Inclán y Manuel Machado, así como de Salvador Rueda y Gregorio Martínez Sierra. También se dan cita en sus páginas regeneracionistas como Rafael Altamira, Ciro Bayo y Adolfo González Posada. Salvador Calderón aparece como el autor de una Sección Científica, que sólo insertará en su primer número. Martínez Ruiz lo fue de la sección La política, a partir del número cinco, y Ramiro de Maeztu, de la sección La actualidad, a partir del siguiente. Otros textos corresponden a Julián Besteiro, Eduardo Marquina y Pedro Dorado, entre otros, y el propio Baroja utilizará también su alter ego Juan Alberto Nessy, quizá para alternar la firma de sus abundantes colaboraciones. Por su parte, Llanas, que aparece a partir del número cuatro, será autor de algunos de sus editoriales, además de artículos de crítica literaria y social. En sus indicaciones expresa que contaría con corresponsalías literarias y artísticas en todas las “capitales del Estado”, e insertó publicidad comercial en los versos de la portada y contraportada. No tuvo paginación y fue editada en pequeño formato y con una gran sobriedad, careciendo de ilustraciones, excepto los dibujos que estampa en su portada a partir del tercer número y del sexto. Entre sus otras firmas aparecen las de Amalia Skram y Zeda y publicó también textos de algunos autores extranjeros. Aunque al principio apareció tres veces al mes (decenal), y a partir de su número cinco anuncia que saldría los domingos, su frecuencia fue bastante irregular, publicando hasta un total de doce entregas, siendo la última la del 27 de marzo de 1902.