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Música (Barcelona. 1929)

Música
Comenzó a ser editada esta revista mensual en septiembre de 1929 por Central Catalana de Publicaciones, como complemento a los dos volúmenes de su Diccionario de la música ilustrado, dirigido por Albert Torrellas y aparecido ese mismo año, pero también para la “difusión de los valores y actividades musicales iberoamericanas”, de ahí que su primer subtítulo sea “ilustración íbero-americana”, dándole así el doble carácter de revista ampliamente ilustrada con fotograbados de músicos y orquestas, entre otros, y la atención que presta a los acontecimientos musicales de la América latina, además de a los españoles. Aun así, se declara en su artículo de presentación como “gran revista nacional, independiente, ecléctica, universal”, y como continuadora de las orientaciones del compositor Felipe Pedrell (1841-1922), cuyo retrato ocupa la primera de sus siempre ilustradas cubiertas estampadas a dos tintas, acompañado en este caso por un artículo sobre la memoria del pionero de la musicología española, escrito por Adolfo Salazar, uno de sus colaboradores. La revista también distribuirá, en formato folletín o suplemento literario, un Apéndice al citado Diccionario, así como partituras musicales. Sus entregas, entre las 28 y las 44 páginas, compuestas a dos columnas, contienen interesantes artículos y crónicas de la vida musical, adentrándose incluso, también con gran alarde fotográfico, no sólo en la fonografía, sino también en el cine sonoro, que en esos momentos irrumpía en el mundo del espectáculo de masas. Un ejemplo de los mismos son algunos de los primeros que publica bajo los siguientes epígrafes: Crónica musical de Lisboa, por Alfredo Pinto (Sacaven); La música argentina, por José María Vázquez; El teatro lírico brasileño, por Oscar Lorenzo Fernández; Vida musical valenciana, por E.L. Chavarri, o La música en América, por Joaquín Turina; refiriéndose otros a la temporada musical con motivo de la Exposición de Barcelona, al teatro lírico o la música sinfónica. También tiene otras secciones fijas para dar cuenta de la actividad musical en España y en el extranjero, otra de Publicaciones recibidas o un noticiario, además ofrece biografías y obituarios. También inserta anuncios publicitarios de venta de instrumentos, bibliografía o academias musicales, de salones, discografía o estrenos cinematográficos. A partir de su entrega doble de septiembre de 1930, secuenciada con los números 12 y 13, la publicación sufre una transformación, siendo a partir de entonces “menos superficial y más crítica”, a juicio de Torres Mulas (1991 y 1992), pero a la vez se le irá privando de sus importantes ilustraciones. El subtítulo es ahora “revista musical para España y América”, no faltándole la aportación de sus corresponsales en España y América, para sus secciones de Correspondencias y América latina, y, además de artículos, seguirá dando noticias y ocupándose de la crítica musical y del cine sonoro. Torres Mulas señala que en ella se observará un abandono de la música de salón a favor de la de interés histórico. Pero lo más destacado es la incorporación a su dirección del compositor, escritor y políglota Joan Maném i Panas (1883-1971), considerado como la principal figura de la tradición violinística catalana; incorporándose en la también doble entrega de noviembre-diciembre de ese año (números 15 y 16) el jesuita y compositor Antonio Massana y Beltrán (1890-1966), como subdirector; y el músico, dibujante y pedagogo Juan Gols y Soler (1894-1947), como redactor jefe, quienes escriben en sus páginas. Entre sus colaboradores también se encuentran Alfredo Pinto, L. Bosch y Pagés, C. Lozano, José Subirá, E. Vallés, J. Nogués, Alonso Abaitua, Armando Leca, José Artero, J. Lamonte de Grignon, José M. Álvarez Taladriz, E. Serrano, Mariano Perelló, Gustave Koeckert, C. Macario Kastner o Giuseppe Piccioli. La revista apenas superó el año de vida, pues su última entrega, de enero de 1931, corresponde a sus números 17 y 18 (en la que se advierte una errata de secuencia entre su cubierta y su portada).