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Cruzada católica

Religión
Publicación mensual que aparece en noviembre de 1932, de inspiración sindicalista-católica y oficiosa de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que hace suya la cita evangélica “Quien no está conmigo, está contra mí”. En su cabecera aparece estampado un grabado con una cruz y un cruzado montado a caballo, así como las señas de su identidad: un periódico sin empresa, “completamente independiente en la política”, pero defensor de los intereses católicos, “llámense pequeños comerciantes, proletarios o capitalistas”. Aunque en su artículo de presentación dirá que no combatirá a la República, la acusara de arrancar la fe de los católicos y de su persecución. Su ideal político será “Dios, patria, familia, trabajo y paz social”. El lenguaje de sus artículos es directo y combativo, el propio de las publicaciones dirigidas a un público militante, dedicando la mayor parte de sus páginas a asuntos políticos, a través de las cuales pedirá la unión de las derechas, a dar cuenta de la actividad de de la CEDA y de sus dirigentes, como es el caso del diputado José María Fernández Ladreda (1885-1954) o del ministro de Trabajo Federico Salmón (1900-1936), y de otras organizaciones afines, como Acción Popular, Juventud Obrera Católica o Juventudes Católicas. También insertará alguna página reproduciendo composiciones poéticas, así como anuncios publicitarios. Sus entregas son de dieciséis páginas, compuestas a una y a dos columnas, con inclusión de algunos fotograbados, especialmente en la cubierta. Estuvo publicándose sin indicación de quien fuera su director (véase en tal sentido su número 3), hasta que aparece como tal José Ruiz Fernández, identificado como propagandista obrero católico y autor de la sección Alfilerazos políticos y parlamentarios. Entre las firmas de sus artículos aparecen las de Emeterio Molina Galán, Andrés Coll Pérez, Francisco Fayos, Nieves Barbero de Fayos, Antonio de Arjona, Víctor Espinos y F. Alborch, así como la de Marcelino Menéndez y Pelayo o la del general Sebastián Mantilla. En su artículo de salutación ya había advertido de que lo hacía sólo “a la buena prensa”, pues añade que “de la otra, ni somos compañeros, ni queremos serlo”, y como contraria a las publicaciones socialistas y a la que considera propaganda masona y judía, recomendará la lectura de los periódicos y revistas afines a las derechas: Abc, El debate, La nación, El siglo futuro, La época, Informaciones, Acción española, Criterio, Hogar, Renacer, Ideas, Ellas, La semana católica, Gracia y justicia, Blanco y negro, Los hijos del pueblo, Lectura dominical y Actualidades. En un comentario a la Declaración colectiva del Episcopado español, de 1933, dirá en rótulos destacados: ”Hay que vencer a la revolución para defender los derechos de Dios y de la Iglesia. El marxismo y sus aliados buscan la ruina del nombre católico de España”. Asimismo se mostrará combativa contra el laicismo y las reformas secularizadoras del primer bienio republicano, como fue la de la enseñanza pública. En las elecciones de febrero de 1936, en las que las derechas no se presentarán unidas, como en 1933, pedirá el voto íntegro a la candidatura madrileña encabezada por José María Gil Robles (CEDA), en la que iba como número dos José Calvo Sotelo (Bloque Nacional) y en los últimos puestos Luis Martínez de Galinsoga y Ernesto Giménez Caballero, y lo hacía para querer “aplastar la revolución y a sus cómplices” y en defensa de la “España católica”. La revista venía publicándose “con censura eclesiástica” y en su número 43, de julio de 1936 (último de la colección), en su cubierta alertará a sus lectores que encontrarán en su interior espacios en blanco, censurados por la autoridad gubernativa. Tras estallar la guerra civil, con toda probabilidad dejó de publicarse.