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Página: Mundo gráfico. 7/12/1932, página 7.

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Texto	MUf^DO ÜKAFICO —Uha vez iniciada la ofensiva, reconquistados Nador, Zeluán,Monte Arruit, Segangan, etcétera, etc., me ofrecí vcduntariamente para la penosa tarea de enterrar a los muertos. El espectáculo que presentaban las posiciones reconquistadas era verdaderamente dantesco. Desde Annual hasta Nador, lo mismo en el sector de Dar Drius que en el dc Dac-Queddani, todo el territorio de Melilla se hallaba convertido en un inmenso osario, en un campo salpicado de insepultos cadáveres, cuya contemplación ponía pavor en el espíritu EL FRAILE AVIADOR.—LA de los más animosos. ANGUSTIOSA SITUADos meses y medio CIÓN DE MELILLA.—EL estuvieron sin enterrar. ASEDIO Y LA cAPiTuj ^ cMutttM dc las vlctiiius dc Moütc Amilt, cargados en camiofles para m llevados a la enorme foSumaban miles y miles. L A c i Ó N DE MONTE M CU quc fucTon fcpHltados /Baad M Mil • • at En Zeluán, los moros ARRUIT pasaron a cuchillo a to—Yo marché a África inmediatamente tam- CAPELLÁN DEL TERCIO.—HERIDO.—^LA DANTES- dos, absolutamente a todos los defensores de la bién—prosigue el popular franciscano—, pero posición. En Monte Arruit, entre hirvientes guCA TAREA DE ENTERRAR A LOS MUERTOS. LA no sin antes haber tenido que vencer los sesaneras, yacían hacinados, en informe montón, TUMBA DE MONTE ARRUIT.—MÉTODOS DE IDENrios inconvenientes que se oponían a mi p>arhombres y caballos; eran los escuadrones de AlTIFICACIÓN tida. cántara, al frente de los cuales se cubrió de glo—¿Usted, padre Revilla, tuvo algún cargo ria el teniente coronel don Fernando Primo de —¿Cómo se las arregló usted para salir airoso concreto en África? de la empresa? Rivera. Y de esta guisa, aquí y allá, hombres —Sí, señor. Poseía el título de observador de desnudos, ofreciendo el aterrador espectáculo —Para recabar el oportuno permiso que en Burgos se me negaba, como observador de aero- aeronave, y fui nombrado capellán de las escua- de las más montruosas mutilaciones, amarradas nave—en posesióh de cuyo titulo estoy—, hice drillas de avicición. Pero aquel cargo regalado las manos con alambres y espinos, lleno el vienel viaje de Burgos a Madrid en avión. Este rasgo y muelle no me satisfacía plenamente; queda tre de piedras, con estacas y palos clavados en mío, el hecho al parecer desconcertante de que servir a la patria en lugares de mayor riesgo; lo la garganta y en los ojos; algunos, sin cabeza, sin hubiese un fraile con suficientes arrestos para pedí, y el Alto Mando no tuvo inconveniente al- manos, sin pies; los menos, llenos de gusanos; los más, secos, calcinados por el sol, momificalanzarse al espacio, no sólo me allanó cuan- guno en nombrarme capellán del Tercio. -¿...? dos y apergaminados, con los huesos al descutas dificultades se oponían a mis deseos, sino —Celoso de mi misión espiritual, entré en bierto, luego de haber sido pasto de los buitres. que cuando quise arribar a Marruecos entre las -¿...? tropas que me habían picccdi'lo era ya p»>- combate con los bravos legionarios en todas las dicciones en «jiie HIJIU^IIOS <»mi;ir<>n j n r t f ¡í'níinpnlar. - Para dar sepultura .1 tanto mártir se constiK. df nquciioc valerosos muchachos murieron —¿Cuái era la situación de la ciudad y cuál tiujfrt en MI inte Arruit un inmeu.so osario, en en mi-i l>rar.os! el ánimo de las tropas desembarcadas cuando cuya cabecera se colocó una cruz de madera tos—¿Fué usted herido? llegó usted a Melilla? camente labrada, cuya bendición efectué yo. —Dos veces. La primera en el Gumgú. La Una comisión de higiene, dirigida por un co—No repuestos todavía de la dolorosa sor- segunda, en Dar Drius. Recuerdo hasta la fepresa que el desastre produjo, la situación de cha exacta: fué el día i i de Noviembre de 1921. mandante médico e integrada por una brigada sanitaria y varios soldados de ingenieros, llevala plaza, que había sido extraordinariamente —¿Le recompensaron? ron a cabo esta misión, la más dura y más pecrítica, era entonces de manifiesta confusión. —No era necesario. Me propusieron para la Los moros eran dueños de la Primera Caseta, laureada; me hallaba dentro de las condiciones nosa de cuantas se han realizado a lo largo de a tres kilómetros de Melilla, y si no se apodera- exigidas por la ley. Y, sin embargo, no se me toda la campaña de Marruecos, ron de la ciudad fué por suponer erróneamente concedió. Pero esto no tiene importancia. Yo Yo, como he consignado antes, me uní volunla existencia de tropas que habían sido ya sa- participaba de los horrores de la lucha por amor tariamente a ella y trabajé como el que más en crificadas en la retirada de Annual. franciscano, y mis recompensas habían de venir el levantamiento y traslado de los cadáveres basta dejarlos descansando bajo la capa de tieRepercutían allí las-vacilaciones del Gobierno del cielo. rra c¡ue preside la cruz de Monte Arruit. y del Alto Mando, y mientras treinta mil hom—¿Qué otras acciones dignas de mención llevó —¿Escenas emocionantes? bres, recién llegados de la Península, aguarda- usted a cabo? —ilncontablesf Aparte el horror que la visión ban impacientes el momento de entrar en batade toda la magnitud de la tragedia producía; Ha, rodeados de cadáveres, aprisionados en un descontado el hedor insoportable que emanaba circulo de balas, desfallecidos de hambre y de de los innumerables cadáveres de que se hallased. desamparados de la tierra y del cielo, aseba salpicado todo el campo africano, lo que más sinados con furia salvaje de noche y de día, los sentimiento producía era la visión de los padres, que tras una espantosa carrera habían logrado hijos, esposas y hermanos que venían con nosescapar a las furias del enemigo, tras los muros otros, con la santa intención de identificar a sus de Monte Arruit, veían transcurrir días y más familiares desaparecidos. días, hasta aquel que anegó de sangre las pági—¿Lograban encontrarlos? nas de la Historia, en que ante el asombro de —Hubo persona que identificó al ser querido todo un ejército cruzado de brazos, o fueron sapor el insignificante detalle de una letra bordacrificados de una manera bárbara y salvaje o, lo da en una elástica, por un trozo de camisa, por que es peor, cayeron prisioneros en poder de detrtTTiinada clase de calzado. I.as escenas a que Abd-el-Krim. daban lugar semejantes hallazgos son para vis—¿Luego cree usted que Monte Arruit pudo tas, que no para contadas... baber sido socorrido y salvado? i 1 sol otoñal, filtrándose a través de las ramas ~ilndudablemente! Y no era únicamente yo de las acacias y de los pinos, dibuja a nuestros quien lo creía. De mi misma opinión era todo el pies interesantes arabescos. Quietud, sosiego, siEjército y toda España, y más que nadie el lencio. Y tras una breve pausa, llena de evoca "oy general Riquelme, que con únicamente tres ciones y de recuerdos, nuevamente la voz del P>>1. de los treinta millares de hombres que hafranciscano capuchino siguiendo el decurso de Wa en Melilla, de habérselo permitido el Alto su apasionante narración. Mando, estaba decidido a correr a Monte Arruit para librar del terrible asedio a la sacrificada El Pwirt RCTIIU, ca\|>cUán dd Tercio. Sobre U frutcUcana cogupQgi^¿^„ Da, d capole mlUUr, coa Utaulgoitde ntaiai j UM estrcllu de JOSÉ RICO DE ESTASEN bian refugiado las fuerzas fugitivas. I Q u é amargo desengaño nos aguardaba! Entonces, y sólo entonces, se evidenció que, pese a los millones que Su organización y srátenimionto costaba, carecíamos de aviación. De todos los aparatos que salieron de Burgos, sólo uno, tripulado por el marqués de Borja, logró volar sobre Monte Arruit, dejando caer sobre las tropas asediadas y sedientas unas cuantas barras de hielo, que, como una burla del detino, fueron a parar fuera del recinto de la posición.
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