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Página: Mundo gráfico. 21/12/1932, página 16.

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Texto	16 lAUNDÜ ÜRAFICÜ — I Duro el clima de África? —El ilustre mariscal Ly au t ey. que durante tantos años fué represent a n t e de su país e n l a zona francesa del Protectorado, retrató gráficamente, y con media docena depalabras, el clima del Rif. «M a r r u e eos — d i j o —es un pais c o n nueve meses de invierno i r l o y tres de infierno.» De Annual a Foníaineblcau, a través de las palabras del Padre Revilla IV La personalidad de Abd-el-Kr¡m LOS RIESGOS DEL CAMINO. EL CAOS AFRICANO L Otoño es en Madrid la más bella estación del año, y para gozar de las delicias del otoño en las primeras horas de la tarde, ningún lugar tan apacible como el Parque del Oeste. En él refugiamos nuestras confidencias el fraile y yo; confidencias que dejamos interrumpidas ayer en el Retiro, en el histórico momento en que el fraile diplómata sale de Meliila y se pierde en el caos africano, en busca de Abd-el-Krim. —Caminar, como lo hice yo—comienza diciéndome el fraile aviador—, desde Meliila hasta el cerrado laberinto del territorio de Beni Urriaguel, a pie y sin dinero, burlando la vigilancia de los españoles, de los franceses y de los moros, en el más grave periodo de su excitación, en plena rebeldía, es un prodigio de resistencia, que no hubiera podido nunca realizarse a no hab.T sido por el auxilio providencial que desde que puse los pies en África parecía presidirtodos los actos de mi vida. —¿Tan arriesgado es lo que usted hizo.' —Quien conozca lo abrupto del campo marroquí; cualquier español de los que hicieron el servicio militar en el 21 o en el 22, o simplemente eu las etapas de pacificación de 1924, 1925. 1926 y 1927, ha de negar todo crédito a mis palabras, que yo, empero, sostengo por mi fe de caballero, de sacerdote y de fraile. Son infinidad de kilómetros saltando precipicios, bordeando ríos, escalando montañas, atravesando valles, a través de inmensas extensiones de terreno ocupadas por hordas salvajes y por ejércitos en pie de guerra, luchando contra el calor y el frío. E Costa de AUmcemas y sitios (x) en que los benlurriagueles tenían emplazados sus cañones — ¿Era verdad? —¿Cuánto tiempo tardó usted en realizar este —El Evangelio. Todo en aquel país, todo en la tierra por donde yo pasaba era inhospitalario, tremendo recorrido? extremado, brusco: caos de montañas, sin líneas —Cerca de un mes. Ya en pleno territorio de orográficas claramente definidas; arenales exBeni Urriaguel, burlando la vigilancia de los tensos, valles angostos, poblados de mísera ve- Regulares rífenos, adentrándome valientemente getación. por un terreno que los moros consideraban Un cayado en la mano y un criado moro, a inviolable, bordeando el río Guis, me fui aproquien gratifiqué con largueza para que me sir- ximando a Tensaman, cerca de Axdir, donde el viera de guía, bEistaron jjara mi intento. Sobre caudillo africano había establecido su cuartel la parda cogulla, una chilaba. Bordeando el general. río Kert, recorrí toda la zona que había sido —-¿No le impresionaba la idea de que de allí campo de agonfa en las horas decisivas del de- a poco tendría usted que habérselas personalsastre, y que fué recuperada definitivamente por mente con Abd-el-Krim? nuestras tropas a fines de 1924; y burlando la —Ya le dije a usted ayer que para el buen vigilancia, por la posición de Alibú Rokba, peservicio de Dios, puesto en el terreno de los sanetré en la zona francesa. crificios, tanto me daba que me recluyeran en —¿Encuentros desagradables c o n Axdir con el general Navarro, el coronel Araujo los moros? y demás prisioneros, que me asesinaran, o que, —Ix)s que me salieron al paso fue- como en efecto sucedió, me permitieran regresar ron vencidos con facilidad. Los mo- a España. I ^ que me ocurrió es que, a medida ros del Rif, montañeses sobrios, du- que me aproximaba a la residencia del caudillo ros, eternos guerreadores de indoma- de los benlurriagueles, iba recordando todo ble valor, animados por las pasiones cuanto sabía de su desconcertante y compleja más violentas, son, por la confianza personalidad. que en ellos mismos tienen depositada, excesivamente confiados. Caminando LA INTERESANTE PERSONALIDAD DE ABD-ELde noche como nosotros hacíamos, proKRIM curando soslayar los encuentros peligrosos, fingiéndome moro cuando lo —¿Conocía usted a Abd-el-Krim?—pregunto precisaba, español, cuando me conve- al monje húrgales. nía, francés las más de las veces y -—A través de las fotografías publicadas en fraile las menos, proseguí mi camino la Prensa nada más. Personalmente no le había a lo largo de aquel país de carácter visto nunca. A casi todos los habitantes de Meexótico, de leyendas al ráyenles y de liila les ocurría un curioso fenómeno con ressol cegador, a que un providencial pecto al fundador de la pretendida República destino me había empujado. del Rif: todos le habían visto, mas nadie le co—Le sigo a través de la tierra afri- nocía. Más claro: todos habían convivido con él durante largos años, sin que nadie hubiera cana con el pensamiento. Continúe. —El mayor peligro estaba en la descubierto bajo su chilaba al generalísimo de fuerza de la Naturadeza misma. La las hordas rifeñas, al futuro gran enemigo de diferencia de temperatura entre el día España. y la noche era, a veces, de quince a Sidi Abd-el-Krim Ben Mohamed el Jatabi veinte grados. De madrugada, el frío —que traducido literalmente al castellano quienos atería las carnes a mi compañero re decir «Señor, Siervo del Magnánimo*—, era y a mí, hasta imposibilitarnos de todo hijo del cadí más prestigioso de Beniurriaguel. movimiento. Unas horas más tarde, —Continúe—digo al fraile, poniendo cada vez bajo el centelleo de sus rayos, nos as- más atención en sus palabras. fixiaba el sol. Y de esta guisa, firme en el propósito que me había trazado antes de salir de Meliila, días y Nunca superadas en duración, íono y resistencia a los variamás días a través de aquellas afiladas ciones de voltaje montañas y de aquellas calvas llanuras, donde la agricultura apenas puede desarrollarse; cruzando extensas caCa/ famo/a/ vályular azular para RADIO bilas jamás sometidas a la autoridad A U 7 0 ElECTitlCIDAD. 5. TIÍICI de los sultanes, y mucho menos a Colla Pililo, II MAORID El cabcdUa de la rebelión, Abd-el-Krim. con su padre, kaki •artalanu So.lllo VnUní.o Hlboo Alíte europeas influencias civilizadoras. de Beniurriaguel en aquella época ARCTIIRUS
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