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El Globo (Madrid. 1875)

Periódicos
Fundado por Emilio Castelar (1832-1899), será el principal órgano del posibilismo representado por el Partido Republicano conservador y unitario. Publica su número prospecto el 21 de marzo de 1875 y comienza su andadura a partir del uno de abril de ese año, con el subtítulo “diario ilustrado” y el lema “instrucción, moralidad, recreo”, siendo considerado como el primer diario español que incorpora sistemáticamente el grabado tanto de carácter ilustrativo como informativo. Va a tener una prolongada vida y durante sus dos primeros años estará dirigido por Pedro Avial y sus páginas estarán alejadas del debate político. A partir de 1877 lo dirigirá Joaquín Martín de Olías (1842-1900), que había sido ya uno de sus principales redactores, quien incorpora a otros jóvenes periodistas, entre los que se encuentran Francisco Navarro Ledesma, Andrés Ovejero, Baldomero Argente, Manuel Castro Tiedra y Manuel Tercero, entre otros, señalando bajo su cabecera que ya es un diario político, además de ilustrado, literario y científico. En números de cuatro páginas y a cuatro columnas, resaltan sus excelentes y numerosos grabados y su estructura será la propia de los diarios de la época, con artículos políticos, secciones de noticias nacionales y extranjeras, despachos telegráficos de la agencia Fabra, así como las de espectáculos, cotizaciones de bolsa, etc. Incorpora también el folletín y su cuarta plana estará íntegramente dedicada a los anuncios comerciales. Los cambios en su propiedad se van a ir sucediendo. En 1885 lo adquiere Eleuterio Maisonnave, que también lo dirigirá, y comenzará la época más brillante del diario, que ya en 1880 había alcanzado una circulación en torno a los 25.000 ejemplares, llegando a ser uno de los periódicos republicanos y anticlericales de mayor difusión entre un público amplio no necesariamente castelarino, a la vez que el partido republicano liberal había avanzado hacía su progresiva integración en el régimen de la Restauración, tal como señala Seoane. Desde 1890 a 1896 lo dirige Alfredo Vicenti Rey (1850-1916), el prestigioso periodista que, procedente de Galicia se había incorporado a su redacción en 1880. Y ese mismo año 1896 pasa a ser propiedad del futuro conde de Romanones, Álvaro de Figueroa y Torres (1863-1950), una de las figuras más importantes del Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, quien pondrá en la dirección a José Franco Rodríguez. Como diario liberal-demócrata, en el periodo finisecular se convertirá en cómodo refugio de la “aristocracia” de la generación del 98, según señala Gómez Aparicio, resaltando la incorporación a su redacción de Pío Baroja y Azorín. Y en 1902, Romanones lo vende al diputado catalán Emilio Ríus y Peniquet, quien asume la dirección, entregándole la jefatura informativa a Manuel Delgado Barreto, y la literaria, a Baroja, quien publicará sus célebres artículos de crítica teatral y también será enviado especial a Tánger. También pertenecerán a su redacción Pedro de Répide, José López Pinillos, Ricardo Baroja, Luis de Oteyza, Enrique Jardiel, Manuel Tercero o Manuel Bueno, entre otros. El diario pasa a subtitularse “independiente”, tira dos ediciones diarias, y desaparecen de sus páginas las ilustraciones. Su propiedad pasará a manos de Ivo Bosch y defenderá la política de Segismundo Moret (1833-1913), a la vez que su difusión irá bajando drásticamente, si en 1913 era de unos 8.000 ejemplares, en 1920, se calcula que estaba ya entre los mil y dos mil ejemplares. A partir de 1923 llegará a perder su frecuencia diaria, apareciendo entre dos y cuatro días a la semana. A juicio de Seoane, el periódico se hundió en el “sapismo” más lamentable, pasando finalmente su propiedad a Magadaleno de Castro y convirtiéndose finalmente en semanal. El último número de la colección de la Biblioteca Nacional (de la que faltan los años 1886-1896 y 1928-1929) corresponde al 31 de mayo de 1932.