Con el subtítulo “revista de ciencias y de artes”, es fundada y dirigida por el escritor y periodista Francisco López Acebal –conocido como Francisco Acebal (1866-1933)-, personaje muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza y que llegará a ser nombrado, en 1907, vicesecretario de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Se trata de una publicación de “alta cultura”, con orientación liberal, a juicio de Seoane y Sáiz (1996). Aunque tuvo “grandes pretensiones intelectuales”, nunca fue “demasiado comprometida o combativa, ni ideológica ni estéticamente”, a tenor de lo que señala Ceima Valero (1991). Para las citadas Seoane y Sáiz, fue menos cosmopolita que la otra revista de altos vuelos culturales de la época como La España moderna (1889-1914) o la posterior Revista de occidente (1923), estando centrada en los temas literarios y artísticos, pero también políticos, a los que trataba “con profundidad y rigor”, además de con seriedad y objetividad. Sus páginas estuvieron abiertas a la promoción de unos autores, como los de la Generación del 98, y llevará a cabo una interesante actividad receptora y difusora de la cultura extranjera y española, respectivamente.
Aparecía en la segunda decena de cada mes, en cuadernillos en torno al centenar de páginas, compuestas a una o dos columnas y con algunos fotograbados. Su primera entrega es la de enero de 1901, y estará publicándose ininterrumpidamente cuatro lustros, hasta diciembre de 1920, siendo por tanto una revista, que siendo cultural, científica y literaria, tuvo una prolongada vida, aunque su difusión no debió sobrepasar los mil ejemplares de tirada, si se atiene a la estadística oficial de ese año. En sus páginas dio también cabida a la inserción de publicidad, especialmente la dedicada a anunciar las obras de la editorial homónima, que también fundó Acebal en 1910 y que estuvo en funcionamiento hasta 1935.
Además de artículos, estudios y ensayos de diversas materias y la publicación de textos de creación literaria (en prosa y en verso), la revista se estructura en secciones dedicadas especialmente a la crítica literaria y bibliográfica, aunque asimismo tendrá otras, como la dedicada a la música. Entre estas secciones, a cargo de redactores o colaboradores fijos, se encuentra la de Notas bibliográficas, dedicada a la crítica de obras literarias, especialmente de narrativa, tanto españolas como extranjeras, que a partir de 1903 se subdividirá en dos nuevas secciones: El libro del mes y Otros libros, ampliando su campo de análisis a obras de historia, el derecho, la antropología o la sociología. La crítica literaria contemporánea que se ejercerá en la revista será considerada de gran interés por Ceima Valero (1991). Será una crítica de autores sobre las obras de otros autores. Así, Ramiro de Maeztu escribirá sobre la de Miguel de Unamuno, éste sobre la de Amado Nervo, Antonio Palomero sobre la de Pío Baroja, Gregorio Martínez Sierra sobre la de Juan Ramón Jiménez, o Zeda sobre la de Vicente Blasco Ibáñez, También habrá críticas a obras publicadas por el mismo Martínez Sierra, Jorge Novales, Salvador Rueda o Rubén Darío.
La sección Revista de revistas estará a cargo de diversos autores, aunque el más constante fue Julián Juderías (1877-1918), que hará las recensiones de las revistas rusas y será el redactor redactor-jefe de la revista hasta su fallecimiento ; Sánchez-Arjona se encargará de las revistas españolas; Arturo Frontini, E. Serrano Fatigati o Luis de Terán, de las italianas; José María González, de las francesas; J. Ontañón, de las alemanas; C. Schemendling, de las noruegas y escandinavas; y Juan Uña, de las inglesas y norteamericanas. Pero también prestará atención a revistas holandesas, suizas y belgas.
La sección Revista musical, estará a cargo sobre todo de Félix Borrell y Tomás Bretón. También habrá espacio para la crítica artística, como la dedicada a los pintores Joaquín Sorolla y Santiago Rusiñol o a la Exposición de Bellas Artes de 1901. Asimismo, José Ramón Mélida y Vicente Lampérez escribirán artículos sobre historia del arte. En una sección denominada Información se ofrecen noticias breves sobre exposiciones, museos o libros nuevos.
Constata Ceima Valero (1991) que la asepsia fue la nota más característica a la hora de afrontar las cuestiones políticas en la revista, que fueron planteadas especialmente en una sección bajo el epígrafe Crónica internacional, que al principio había sido encomendada a Segismundo Moret. Al respecto, en sus páginas serán tratadas cuestiones como el clericalismo o el nacionalismo, y al catalán le dedica casi toda su entrega de enero de 1902, en la que se publican trabajos sobre este asunto de Francisco Silvela, Gumersindo de Azcárate, Juan Maragall o José Sánchez Guerra.
Adolfo Posada será el autor de unos artículos sobre cuestiones sociales y de sociología en una sección que lleva el título La sociología en los libros y en las revistas; mientras que Vicente Vera ofrece información de viajes, expediciones, descubrimientos o inventos en otra sección bajo el epígrafe El mundo y los hombres. También cuenta con una sección titulada Crónica científica.
El espacio dedicado a textos de creación literaria será limitado. Aún así, entre los autores de estos aparecen los nombres de Pío Baroja, José Martínez Ruiz (Azorín), Miguel de Unamuno, Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, José Nogales, Manuel Bueno o Tomás Carretero. También son incluidos otros de José María Eça de Queiroz, Antón Chejov, Mark Twain o A. Strindberg. Será más escaso el dedicado a la poesía, con versos de Enrique Díez Canedo, Eduardo Marquina o Gregorio Martínez Sierra, entre otros; mientras que el teatral tendrá la autoría de Jacinto Benavente.
Además de los ya citados Posada, Benavente o Pardo Bazán, entre los autores de otros textos de la revista se encuentran los nombres de Leopoldo Alas (Clarín), Juan Valera, Rafael Altamira, Ramón Menéndez Pidal, Santiago Ramón y Cajal, José Ortega y Gasset, Eduardo García del Real, Francisco Navarro Ledesma, Francisco Luis de Zulueta, Jacinto Octavio Picón, Antonio Espina o Antonio Machado. Entre otros artículos, aparecen los dedicados a historia literaria española, la literatura rusa o el movimiento literario catalán, la idea social de Zola, un estudio crítico de Verdi, sobre ópera, teatro, derecho internacional, los sepulcros españoles medievales, el problema de las órdenes religiosas en España, la cuestión de Marruecos o de la guerra anglo-boer o una excursión al Valle de El Paular.
Cofundador, propietario y administrador de la revista fue el catedrático de Derecho civil Felipe Clemente de Velasco. En los últimos números aparece como redactor-jefe el pedagogo y político Domingo Barnés (1879-1940), considerado inspirador de la editorial La Lectura C. de Velasco y Cía, creadora además de las célebres colecciones Clásicos castellanos y Cuadernos literarios. La colección de La Lectura la forman tomos semestrales el primer año, para después ser cuatrimestrales, con índices de materias y de autores cada uno. Absorbió a la revista Renacimiento, que comenzó a publicar Gregorio Martínez Sierra en marzo de 1907, después de que ésta editara diez números. Bibliografía de referencia sobre la revista y Francisco Acebal son los estudios, entre otros, de Luis S. Granjel (1973), Roca Franquesa (1975), Marco García (1989, 1996 y 2000) o Quintana Trias (1999), éste último sobre los trabajos publicados en la revista por Joan Maragall entre 1902 y 1910.