Es una revista cuya dirección literaria será encargada por los empresarios uruguayos Alfred y Armand Guido a Rubén Darío (1867-1916) en los últimos años de su vida, con quienes el poeta llegó a pleitear para poder cobrar su ardua tarea al frente de ella. Para ello, el escritor nicaragüense viajará para promocionar una publicación que “no tendrá rival por su presentación tipográfica y artística y por lo nutrido y variado de su colaboración literaria”, según el artículo de presentación de sus editores -Leo Merelo y Guido Fils-, y buscará colaboradores entre los principales literatos y escritores tanto de España como de los países hispanoaméricanos.
Contendrá artículos, crónicas y reportajes sobre arte, literatura, ciencias, teatro, historia, actualidad política y social, modas, curiosidades, etc., que compaginará con un amplio espacio dedicado a la propia creación poética y teatral y a la narración breve. Asimismo, estará profusamente ilustrada con fotografías, dibujos y caricaturas, como de artículos de carácter humorístico y una sección bibliográfica. Tras la sección “Crónica universal”, incluirá otra titulada “Mes hispanoaméricano”, a cuyo mundo dedica mayor atención.
Si por el lado de las ilustraciones (dibujos, caricaturas, etc.) aparecen las firmas de Montenegro, Hemmings, Orazi, Micod, Vázquez Díaz, Xaudaró o Penagos, en la parte literaria se dan cita escritores en lengua castellano de ambos lados del atlántico: Amado Nervo, Enrique Rodríguez Larreta, Leopoldo Lugones, Francisco Gamboa, F. Villaespesa, Julio Camba, José Francés, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Ramiro de Maeztu, E. Gómez-Carrillo o Jacinto Benavente, quienes publicarán obra inédita, como el propio Rubén Darío, uno de los más prolíficos en la revista con composiciones en verso y prosa poética, cuentos, crónicas y artículos varios, o textos de un Rabindranath Tagore.
La redacción y dirección de la publicación estará en el boulevard des Caspucines de la capital francesa, que contará con un salón propio de lectura. Se trata de una “obra de cultura” –según sus editores- en lengua castellana dirigida al público español y de las repúblicas hispanoaméricanas, y que tendrá gran acogida en la colonia parisina de habla hispana, que alternará “lo curioso y lo ameno” y “lo bello y lo útil”, sin preferencia por ninguna escuela en lo literario.
De periodicidad mensual, y a un franco el precio del ejemplar, publicó una portada ilustrada siempre en color, que después utilizó también para imprimir las páginas interiores, y su paginación fue abultada, con un centenar y medio de páginas por número. Llegó a publicar suplementos. Su director artístico será Leo Merelo, y la publicidad abundó en sus páginas, teniendo para ello agentes en Gran Bretaña, Suiza, Alemania, Italia, España, Chile y Argentina.
Tras tres años ininterrumpidos, la publicación dejará de editarse y el fundador del modernismo literario, tras una breve temporada en Mallorca, regresará a Hispanoamérica cuando está a punto de estallar la primera guerra mundial.