Con el subtitulo “revista mensual de comercio, industria y agricultura”, la funda en octubre de 1932 Carlos Romero Giménez (1890-1978), un militar español que ya estaba en posesión de la Laureada de San Fernando por su intervención en la Guerra del Rif, quien tras regresar de Lisboa donde había sido agregado Comercial de España, también estaba prestando en esos momentos en Madrid ayuda a los portugueses perseguidos por la recién instaurada dictadura de Antonio de Oliveira Salazar (1889-1970). El objeto de la publicación fue dar a unas economías entonces “ajenas, separadas, extrañas”, un impulso de aproximación y complementación, enmarcado en un renovado iberismo patriótico tanto en España como en Portugal. El patrocinio financiero de la publicación provino del checoeslovaco hispanófilo Emilio Schubert, que fue su subdirector-gerente, a través de la Editorial Hispano Lusitana; su redactor-jefe fue el periodista José de la Cueva, autor, junto a su hermano Jorge, del Himno de Infantería (1911). Para su fin se nutrió de colaboraciones de prestigiosos y competentes expertos. Sus textos son bilingües, en castellano y portugués.
La colección de la Biblioteca Nacional de España comprende desde su número 2, correspondiente a noviembre de 1932, a su número extraordinario 5-9, de junio de 1933. Son entregas en torno al centenar y medio de páginas, compuestas a dos columnas, con un definido diseño modernista, que contienen también inserciones publicitarias, y cuyos artículos y demás textos redaccionales están a veces acompañados de fotografías, dibujos o croquis, algunas veces estampados a diferentes tintas e, incluso, con algunas láminas en color. Además de los asuntos indicados en su subtítulo, la revista prestó atención a otros temas de actualidad y de vivo interés relacionados con un novedoso progreso económico entre ambos países, como las comunicaciones (autovía Madrid-Lisboa) o el turismo (Alicante).
Las páginas de la revista están estructuradas en secciones bien delimitadas. Comienza con los editoriales bajo el epígrafe Intereses ibéricos, como era, por ejemplo, la unión aduanera, y le siguen los dedicados a Aviación, Agricultura, Industria, Comercio, Política económica, Turismo, Cambios y finanzas, Cotizaciones de las bolsas españolas (Madrid, Barcelona y Bilbao) y portuguesa (Lisboa), Banca, Política colonial, Minas, metales y combustibles, Medicina y sanidad, Política arancelaria, Navegación, Ferrocarriles y transportes mecánicos, Organización de Estados, Seguros, Libros y publicaciones o Miscelánea informativa. En su número especial de junio dedicará fuera de sus secciones diversos textos sobre el futuro urbanístico de Madrid, con textos de Antonio Velasco Zazo, Secundino de Zuazo Ugalde, Antonio de Hoyos Vinent y Roberto Castrovido.
Entre sus colaboradores estuvieron ingenieros, profesores, médicos, periodistas y escritores y personalidades que en aquel momento ocupaban altos cargos en la Administración republicana. Entre ellos, Marcelino Domingo, entonces ministro de Agricultura; Eduardo España, presidente del Touring-Club Español; Fernando Baños, jefe de Estudios del Banco de España; Ramón Nogués Biset, director general de Comercio; Rafael Salazar Alonso, presidente de la Diputación de Madrid; Fernando Valero, director general de Agricultura; Carlos Pi y Súñer, consejero de Hacienda de la Generalidad de Cataluña, así como el diputado Manuel González Barrios, el médico Mariano del Amor, el catedrático Antonio Bartolomé y Más, el ingeniero H. González del Castillo, la profesora Dolores Gortázar, el escritor Antonio Lezama o el comandante aviador Luis Romero, entre otros muchos.
Como militar leal a la II República Española, Romero Giménez está considerado como el “héroe máximo de la defensa de Madrid” durante la guerra civil, y fundó y dirigió también la revista de técnica militar Defensa nacional (1937-1938), también en la colección de la Biblioteca Nacional de España. Condenado a muerte por Franco, participó en Burdeos en la resistencia francesa contra la ocupación nazi, llegando a ser preso y torturado por la Gestapo. En su exilio en México, reanudó posteriormente la publicación de la revista Defensa nacional.