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La Tierra (Madrid)

Periódicos
Diario fundado por el periodista y político Salvador Cánovas Cervantes (1880-1949), “personaje pintoresco” y “de pocos escrúpulos” –como es descrito en Seoane y Saiz (1996) –, y por el abogado José Gallo de Renovales (-1954) –en algunas referencias se indica Gayo–, que aparece el 16 de diciembre de 1930 y que, como “ningún” otro periódico, contribuirá “de manera tan directa” a “preparar el ambiente revolucionario propicio” a la proclamación de la II República española cuatro meses después, tal como indica Gómez Aparicio (1981). Cánovas había fundado y dirigido el también vespertino, pero conservador, germanófilo y maurista La Tribuna (1912-1924), y para lanzar este nuevo diario se había asociado con Gayo, que había sido secretario de redacción de El Debate (1910-1936) y dirigido la Revista social y agraria (1919-1936), órgano de la Asociación Nacional Católico-Agraria, de ahí que el nuevo vespertino adoptara como cabecera La Tierra y como subtítulo “economía-agricultura-política”. Además, la Agencia Sepes (1922), fundada también por Gayo, constituiría el núcleo principal de la redacción del nuevo diario, al que Cánovas aportaba, como propietario, el establecimiento tipográfico en el que había sido impreso el diario Informaciones (1922). Separado Gayo del proyecto, La Tierra pasó a ser propiedad exclusiva de Cánovas. Como vespertino, salió todos los días, excepto domingos, en entregas en gran formato, de ocho páginas, compuestas a siete columnas, y puso en su cabecera las leyendas “no es un periódico de empresa, está escrito e inspirado sólo por periodistas independientes” y “nace para defender los altos intereses de la opinión pública”, coincidiendo su aparición con la sublevación de Jaca, por la que serán fusilados los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, y la posterior cuartelada en Cuatro Vientos del general Gonzalo Queipo de Llano y el comandante Ramón Franco, ambas de orientación pro-republicana, de cuyos acontecimientos ofrecerá amplia información el diario, con acompañamiento de fotograbados, pues insertó desde el comienzo una buen número de fotografías de actualidad y estampadas con calidad. Adoptó desde su salida una “resuelta hostilidad” contra la dictablanda, haciendo responsables al Rey y al general Dámaso Berenguer del desastre de Annual (1921), así como una actitud antimonárquica y anticlerical y pro-republicana (Gómez Aparicio lo tacha de “órgano de la subversión”), por lo que fue objeto de denuncias y multas, al tiempo que su salida a la venta producía todas las tardes un verdadero motín en la Puerta del Sol. Su subdirector fue Mariano Sánchez-Roca, aunque se le cita también como director, y como redactor jefe estuvo Eduardo de Guzmán (1908-1991). Fueron redactores Lorenzo Sánchez Silva, José María Pérez y el también libertario Ezequiel Endériz Olaverri (1889-1951), siendo este autor de una columna bajo el epígrafe Tic-tac. Hasta la proclamación de la República estuvo sometido a la previa censura militar, y tenía secciones como Política al día, Información local, de provincias y del extranjero, Últimas noticias, así como otras de Economía y finanzas, la titulada La farándula y el cine, la de Cartelera teatral o una Historieta cómica, del dibujante Tauler, así como un Folletín. También dedica una página completa a los deportes y otra a la mujer, publicando crónicas y reportajes de asuntos sociales y dedicándole también atención a los sucesos. Durante el periodo republicano, el diario se situó en una línea “demagógica” y “demoledora”, en una frontera entre un radicalismo de izquierdas pequeño burgués y un espíritu anarquizante y acusadamente libertario. Se posicionó contra el gobierno republicano-socialista del primer bienio, adoptando animadversión al PSOE y haciendo especial campaña en octubre de 1931 contra su ministro de Hacienda, Indalecio Prieto. Se hizo también portavoz del Partido Social Revolucionario Ibérico (1932-1933) y después se aproximó al partido Unión Republicana (1934), de Diego Martínez Barrio. Aunque no fue estrictamente anarcosindicalista, sirvió de tribuna a la CNT cuando la prensa de este sindicato fue suspendida. La Tierra también sufrió sanciones y suspensiones. Eduardo Guzmán fue su cronista de los sucesos de Casas Viejas, en enero de 1933 (mientras que Ramón J. Sénder lo fue para el diario La Libertad), periodo este en el que, según las memorias de Pedro Sáinz Rodríguez, Cánovas publicaba textos en su diario redactados por las derechas monárquicas. También Manuel Azaña tachará al diario de Cánovas de “libelo” y de estar subvencionado por el banquero Juan March Ordinas. La Tierra publicó su último número el ocho de junio de 1935, probablemente desapareció por problemas económicos, falto de la necesaria publicidad y venta de ejemplares para su mantenimiento. Además de las citadas, referencias para este título son los trabajos de Antonio Elorza (1973), Antonio Fontecha Pedraza (1987), Antonio Checa Godoy (1989), Justino Sinova (2006) o Carlos Barona Martínez (2001), sobre la relación del pintor y grabador Ricardo Baroja con La Tierra. También, la tesis doctoral sobre Eduardo de Guzmán, de Noelia León Rubio (2015).