Diario fundando y dirigido por el carlista Luis María de Llauder (1837-1902) y publicado desde 1870 a 1873. Subtitulado “periódico monárquico”, tenía ediciones de mañana y tarde en números de paginación variada. Al principio, compuesto a una columna y, a partir de 1872, a tres columnas, cuando su subtítulo cambia a “periódico católico monárquico”. Llauder había sido el primero en enarbolar en Cataluña la bandera carlista a los pocos meses de triunfar la Gloriosa y su ideario será la intransigencia católica, la sumisión al pretendiente Carlos VII y las formas tradicionales, convirtiéndose en el principal periodista integrista de Cataluña, dedicando su diario a luchar contra los avances democráticos del sexenio desde una posición “católica, apostólica y romana” y un catolicismo militante.
Estructurado en secciones, el diario se iniciaba con el santoral, añadiendo también las notas meteorológicas, seguido del correspondiente y extenso artículo de carácter doctrinal o de actualidad política. Contaba con crónicas local y religiosa, correo nacional y extranjero, revista de prensa (especialmente la afín ideológicamente), sección oficial (órdenes, etc.), partes telegráficos, espectáculos (teatros) y una amplia sección económica, con los precios de los mercados, las cotizaciones de bolsa y el movimiento portuario. Asimismo contaba con una sección denominada Correspondencia particular y cartas de los lectores. En la edición de la tarde incluía también una “crónica política”. A partir de la insurrección que da lugar a la tercera guerra carlista (1872-1876), incluirá también una “Crónica carlista”, siendo contrario Llauder a la utilización de las armas en la defensa de la causa tradicionalista. Resaltan también los breves anuncios comerciales que ocupan su primera plana hasta 1872 y los abundantes que inserta en las últimas páginas a lo largo de su existencia, así como la inclusión de numerosas esquelas.
Llegó a entablar una polémica doctrinal con Diario de Barcelona, que en ese momento estaba dirigido por Juan Mañé y Flaquer desde una ideología católica-conservadora, al que Llauder llega a tildar de “católico-liberal”. A juicio de Solange Hibbs-Lissorgues, es durante el Sexenio Democrático cuando los periódicos carlistas no sólo son meros divulgadores de noticias, sino que se convierten en “verdaderas tribunas” desde las cuales personalidades católicas relevantes pretendieron organizar un periodismo combativo y organizar activamente a las masas católicas.
El diario llegó a estar suspendido desde el 28 de abril al 14 de agosto de 1872 y, según Gómez Aparicio, su director encarcelado por un delito de injurias al rey Amadeo. Sin embargo, en la edición del 15 de agosto, se señala que Llauder por razones particulares se encontraba “ausente de la patria”. Al comienzo de la Restauración, Llauder será director del diario tradicionalista El Correo catalán, que es considerado continuador de La Convicción y que se convertirá en el periódico de mayor circulación tras el Diario de Barcelona, y en 1884 fundará el semanario La Hormiga de oro, que da también nombre a la casa editorial de la que será propietario. En 1888, se convertirá en jefe del carlismo catalán y, junto a Félix Sardá y Salvany, será considerado como el principal publicista del carlismo en Cataluña.
La colección de La Convicción en la Biblioteca Nacional de España comprende desde el uno de enero de 1871 al 29 de marzo de 1873.