Publicación que adopta como título un adjetivo que durante el primer tercio de siglo va a determinar una literatura menor y forma de entender la vida entre lo erótico y lo picaresco, además de lo libidinoso y hasta pornográfico, y que fue fuertemente criticada por la publicística ultracatólica. Como “revista semanal ilustrada”, que aparece en entregas de dieciséis páginas a partir del nueve de enero de 1904, tendrá como protagonista la fotografía del desnudo femenino, aunque no integral, pero sus páginas no darán cuenta de la actualidad, a excepción de algunas críticas teatrales, tal como sí lo venía haciendo La vida galante (1898-1905), que había fundado Eduardo Zamacois en la misma ciudad condal.
Inserta también dibujos, tiras cómicas, historietas fotográficas y reproducciones de obras pictóricas que tienen el desnudo femenino como figura central. Junto a las ilustraciones de cuerpos ligeros de ropa, en posturas procaces o en escenas de costumbres relajadas de artistas, cantantes, bailarinas o simplemente mujeres que explotan su sensualidad, publica textos de carácter narrativo, como sainetes con tono burlesco, picante o galante, y en verso (coplillas, epigramas, etc.).
Alejandro Pita, Arturo Reina, José Pastor Rubira, Luis de Atienza, Federico Trujillo, Miguel Toledano, Antonio Palomero, Enrique García Molina y hasta Juan Pérez Zúñiga serán los autores de unos textos en donde se desmitifica la institución matrimonial y la vida amorosa, que conforman un género literario que tendrá como máximo exponente a El cuento semanal, del ya citado Zamacois.
La revista editó algunos números extraordinarios en donde utilizó el color en las cubiertas, en las que siempre diluye el desnudo al ir la protagonista enfundada en malla que siluetea su cuerpo, reproduciendo las obras pictóricas generalmente en las páginas centrales o como láminas. La colección de la Biblioteca Nacional consta de 54 números, hasta el 31 de diciembre de 1904. Otras colecciones contienen el tomo de 1905, hasta el número 104.