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Don Quijote (Madrid. 1869)

Revistas satíricas y humorísticas || Periódicos
De carácter político-satírico, señala el subtítulo de este periódico, que indica que “saldrá en busca de aventuras revolucionarias” cada cinco días, haciéndolo desde el cinco de enero al 30 de julio de 1869, en el momento en el que las elecciones darán paso al periodo constituyente de la septembrina. Será un periódico dinástico (borbónico), clerical y tradicionalista, que va a ser utilizado para criticar y ridiculizar a los “revolucionarios” de su tiempo, es decir a los progresistas, pero también a los demócratas y republicanos, por lo que su carácter es “antirrevolucionario”, cuya corta vida será también azarosa, pues antes de que aparezca su entrega 42 y última fue víctima de la denominada Partida de la Porra, especializada en el destrozo de las redacciones de la prensa opositora del periodo. Fue fundado por el periodista y dramaturgo eldense de ideas conservadoras Juan Rico y Amat (1821-1870), que en 1867 ya había dirigido La Farsa, acompañado en su redacción por el también periodista y escritor algecireño Manuel Ossorio y Bernard (1839-1904), así como por el escritor fundamentalista gaditano Alfonso Antonio Bermejo (1820-1892). Su propósito fue combatir la revolución con “las armas quijotescas, sirviendo a los principios de la Religión y de la Monarquía”, y sus textos, a partes iguales escritos en prosa (artículos, relatos, dramas, etc.) y en verso (coplillas, sonetos, etc.), están firmados por nombres extraídos de la obra cervantina. Tal como aparece en su prospecto, Don Quijote (Rico y Amat) será el encargado de reseñar y comentar las sesiones de las Cortes; Sancho (Ossorio y Bernard) tendrá a cargo la “sección de broma” Quijotadas; Maese Pedro, dará cuenta de los sucesos más notables de la “revolución”; el bachiller Sansón Carrasco redactará las crónicas o las revistas de chismografía; Merlín “profetizará el provenir”; Angulo y Malo reseñará las funciones de teatro, y El Barbero escribirá versos. También son usados como seudónimos El Cura, El Ventero o Durandarte, y Bermejo usará el de Fr. Cándido Medinilla. Otras de sus secciones, serán Efemérides o Última hora: partes telegráficos de estilo satírico, y a partir de su entrega 39 (15 de julio), aparecerá en la cabecera indicado como director Sebas Pérez. También en su prospecto señalaba cuales eran las ideas que pensaba sostener la publicación: unidad política, unidad territorial, monarquía constitucional, orden moral y material, libertad “bien entendida y practicada”, sufragio universal, derecho de reunión y asociación, libertad absoluta de imprenta, descentralización administrativa o juicio por jurados. En su número de 30 de abril emitirá el ataque más duro de la prensa tradicionalista contra el diputado republicano y médico gerundense Francisco Suñer y Capdevila (1826-1898) por sus palabras en la sesión sobre libertad de cultos de las Cortes constituyentes. Sus ataques más furibundos y de desprestigio los lanzó contra el general Juan Prim (1814-1870), al que acusaba de ser el principal artífice de la revolución, pero también contra el regente y presidente del gobierno, el general Francisco Serrano (1810-1885). Un artículo de Fr. Cándido Medinilla (del 15 de julio) contra el entonces alcalde madrileño Nicolás María Rivero (1815-1878) motivó una querella de éste por injurias y calumnias. Sus entregas son de cuatro páginas, compuestas a tres columnas. Su cabecera va acompañada de un grabado con Don Quijote y Sancho. Fue impreso, primero en el establecimiento tipográfico de R. Vicente y después en la imprenta a cargo de Ramón Moreno. El hecho más traumático de esta publicación será el asalto a su redacción y la brutal paliza de que fue objeto su director por parte de la denominada Partida de la Porra, cuya jefatura es atribuida a Felipe Ducazcal (1849-1891), lo que produjo el cierre del periódico y la marcha a su pueblo de Amat y Rico, quien fallecería un año después, por lo que su muerte fue considerada un “asesinato impremeditado”. Ya en el prospecto del periódico se había indicado: “Don Quijote advierte a sus favorecedores que en sus oficinas se admiten en pago de la suscrición los palos patrióticos. Les avisa también para evitarles todo trabajo inútil, que la imprenta se halla asegurada de incendios”, y en la última línea de su última entrega había anunciado “palos en lontananza”.