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Mercurio de España

Mercurio histórico y político
Revistas de información general
Es el título adoptado, a partir de enero de 1784, por el Mercurio histórico y político (cuya colección forma parte también de la colección de la Biblioteca Nacional de España), fundado en 1738 por el escritor y periodista Salvador José Mañer (1676-1751), y que en 1756 había pasado a depender oficialmente de la Secretaría de Estado, que lo venía financiando y nombrando a sus redactores responsables o directores. En febrero de 1791 quedará al margen de la suspensión de la prensa española –junto a la también oficial Gazeta de Madrid (1661) y el Diario de Madrid (1788)- dictada por Floridablanca como “cordón sanitario” contra los acontecimientos revolucionarios que se estaban produciendo en Francia. Aún así, el Mercurio silenciará los hechos que abocan a la desaparición de la dinastía borbónica en el vecino país. A partir de 1799 el poeta y periodista Nicasio Álvarez Cienfuegos (1764-1809) será su nuevo redactor principal, como oficial que era de la Secretaría de Estado. Cada primera entrega anual la inicia con un discurso preliminar dedicado al estado político de Europa del año anterior. Su primera parte son artículos y crónicas sobre los sucesos y los acontecimientos políticos que se convertirán posteriormente en históricos (guerras en América, Europa o Asía, y los progresos en las políticas de los diferentes Estados europeos, sus coronas y sus gobiernos, textos jurídicos, como tratados internacionales, etc.). Así, sus diferentes epígrafes serán Noticias de Turquía, Italia, Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc., datadas en sus diferentes y principales capitales (Constantinopla, Roma, Nápoles, Florencia, París, Viena o Londres, entre otras). La segunda parte de cada número la dedica a Noticias de España, datadas tanto en Madrid como en las principales ciudades y capitales del país, al tener correspondencia de provincias. Son crónicas y noticias sobre los eventos en la Corte y la actividad administrativa civil y militar del Estado (nombramientos, etc.), así como de la producción intelectual del país, especialmente bibliográfica, además de necrológicas e, incluso, algunos anuncios comerciales. En suma, sus contenidos son crónicas y artículos, reflexiones sobre la actualidad y el devenir de los Estados europeos, que amplía también a los de la América española, noticias oficiales de España y comentarios y artículos sobre asuntos varios (economía, agricultura, ejército, religión política, cultura, sociedades económicas y academias españolas, etc.). En 1804 empezó a publicarse con frecuencia quincenal, y en octubre 1807, el Mercurio desaparecerá por real decreto hasta que en junio de 1815 anuncie su reaparición. También desaparece entre agosto de 1821 y junio de 1824. Otra vez con periodicidad mensual, sus contenidos seguirán divididos en dos partes. La primera dedicada a los asuntos de política internacional (documentos jurídicos, piezas diplomáticas, etc.), y la segunda de la española, bajo el epígrafe “Parte literaria”, compuesta por ensayos y artículos sobre ciencias, artes, política, literatura, cultura, economía, divulgación técnica y agraria (precios de los granos, etc.), de la administración civil y militar del Estado, resúmenes históricos, textos jurídicos, así como una crónica de actualidad mensual. Con menor difusión que la Gazeta, el Mercurio estuvo dirigido a un público integrado por funcionarios, clérigos y cortesanos, siendo leído por las minorías intelectuales. Fue una publicación de referencia, tanto por sus artículos y crónicas de la actividad política y cultural internacional y española, como por la riqueza documental que encierran sus tomos. Además de las suscripciones, su venta directa se estableció tanto en la Imprenta Real o de la Gaceta, como en Cádiz o en el Real Sitio de Aranjuez, para finalmente también venderse en las Administraciones de Correos de provincias. Se trata de uno de los periódicos españoles más longevos, que traspasa la centuria dieciochesca, hasta su desaparición en diciembre de 1830, editado en entregas en torno al centenar de páginas cada una, compuestas a una columna y con paginación anual continuada, y que llega a incluir índices al final y que varió también su formato. Fue estampado en la Imprenta Real, y su cabecera estuvo acompañada por un grabado con el escudo de España. Incluyó en sus páginas interiores algunos otros grabados y también cuadros estadísticos.