« Back

El Grito de guerra

Periódicos || Socialismo
Con el subtítulo “eco de los obreros”, publica su primera entrega el 18 de junio de 1871, y en el programa que inserta afirma que el periódico no “defiende dogma político ni sigue bandera determinada”. Añade que sus “tesis se presentarán siempre en abstracto, prescindiendo de las formas de gobierno”, siendo su objeto “excitar a las calases obreras esclavas hoy de la voluntad del poderoso, a formar grandes centros de asociación, a ayudarse mutuamente con sus recursos”, para “liberarse de la tiranía del Capital y destruir el gran poder de la Propiedad abusiva”. Se trata de uno de los títulos de la prensa obrera madrileña del Sexenio Democrático, que coincide con el establecimiento de la Primer Internacional en España. Según Hartzenbusch (1894), fue redactado por el escritor y periodista Toribio Tarrío y Bueno (1848-1898), que anteriormente había sacado el democrático y también obrerista El Protector del artista (1865) y el clandestino La Hoguera y el puñal (1866), y por el también escritor y periodista de la prensa republicana Manuel Béjar y Sellés, que fallecería en la pobreza en 1893. Fue estampado en la Imprenta de Serafín de Landáburu, instalada en el bajo del número 2 de la Plaza de los Carros, en donde quedó también establecida la administración y redacción. Guereña (1984 y 1987) indica que se trata de un periódico “no internacionalista”, que sostendrá alguna polémica sobre los jurados mixtos con la socialista La Emancipación, que nacerá, precisamente, al día siguiente, 19 de junio de 1871. La así mismo socialista La Federación (Barcelona: 1869-1874), indicará que “si abdicara de algunos antiguos resabios cooperativos, sería un periódico digno de figurar entre las manos de quienes no pueden redimirse con cooperativas”. Checa Godoy (2006), además de recoger lo dicho por Guereña, añade que estuvo “más cercano al marxismo que al bakunismo”; mientras que Olaya Morales (1994) señala que “defendió las ideas de la Internacional con poco acierto”. Empezó siendo semanal, apareciendo cada domingo. Sus entregas son de cuatro páginas, compuestas a tres columnas, hasta que a partir del número 12, de tres de septiembre, rompe esa periodicidad y pasa a ser solamente de dos páginas, adoptando además el subtítulo “hoja socialista”, pretendiendo imitar así al de La Emancipación, que se decía “periódico socialista”. En la colección falta la décima entrega, y la número 11 indica “suplemento”, siendo la 14, la última, correspondiente al nueve de septiembre, por lo que su vida fue más bien efímera, de apenas tres meses, dándole tiempo al obispo de Zaragoza en una homilía a alertar a sus files de la “maldad” de este semanario, que, por su parte, condenará, “en unión de todos los periódicos y personas de verdadero orden”, los “escandalosos sucesos” y “los atentados cometidos contra personas y objetos” en la noche del 18 de junio de 1871, “que tan triste idea dan de la civilización moderna”, en referencia a los protagonizados por los integristas católicos (número 2). Había advertido también en su Programa que “rozará incidentalmente con la política”. Y algunos artículos sobre como el titulado, precisamente, La política, así como los que aparecen bajo los epígrafes Los consumos y Los jurados mixtos, serán de esta naturaleza. Pero la mayor parte de sus páginas las dedica al asociacionismo obrero, como la reunión de los trabajadores de artes gráficas que convinieron en crear una sección de la Internacional, o la actividad huelguística. Desde el primer número publica las series El fin y el objeto de la Internacional con aplicación en España y El capital y el trabajo. También inserta el discurso del político Baldomero Lostau (1846-1896) en el Congreso de los Diputados, al que identifica como “obrero de la Internacional”, siendo uno de los primeros catalanes en adherirse a la Federación Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), o el de Gabriel Rodríguez; así como una circular de la AIT, firmada por su secretario, Francisco Mora (1842-1924), o una Carta al federalista Roque Barcia (1821-1885, firmada con las iniciales M.S. Como colaboración, aparece una de Ramón Portillo. El periódico desapareció ante la penuria económica para sostenerlo. Otra referencia bibliográfica para este título es la tesis doctoral de Madrid Santos (1988-1989).