Junto a Crónica (1929-1938), será la revista que modernizará el periodismo gráfico español de actualidad, que nacerá en un momento de silencio informativo y censura previa como es el de la Dictadura primoriverista y que quedará truncado con el estallido de la guerra civil. Diseñada por Antonio González Linares (1875-1945), que será su primer director y le proporcionará el estilo de “magazín” que había aprendido en el periodismo francés durante su estancia en París, estará impulsada por uno de los más destacados innovadores de la empresa periodística española del siglo veinte, el ingeniero de Caminos Luis Montiel Balanzat (1884-1976), que desde 1919 venía siendo propietario de los talleres tipográficos de Sucesores de Rivadeneyra, en donde se imprimirá la nueva revista. Esta tomará el relevo de las ya “envejecidas” publicaciones gráficas que habían nacido en el periodo anterior: Nuevo mundo (1894-1933), Mundo gráfico (1911-1938) y La Esfera (1914-1931), todas ellas de Prensa Gráfica, empresa a la que había estado vinculado González Linares y a la que había presentado primero el proyecto de Estampa, pero sin éxito. La nueva revista también tendrá que competir con Blanco y negro (1891-2000), de Prensa Española.
A los dos meses de su aparición, González Linares marchará a París y abandonará la dirección de Estampa, según se anuncia en su número 10, de seis de marzo de 1928, asumiendo su propietario también la dirección, y continuando como redactor-jefe Vicente Sánchez Ocaña (1895-1962), que procedente de El Heraldo de Madrid (1890-1939) formaba parte de la redacción desde su fundación. González Linares se reincorporará posteriormente al nuevo proyecto de Prensa Gráfica: el también magazín Crónica, mientras que el propio Montiel fundará en 1930 el diario gráfico Ahora, con el que competirá con el matutino ABC de Luca de Tena.
El periodismo gráfico español dio este salto en su modernidad por su adaptación a las modernas técnicas de impresión: en un momento de expansión del huecograbado. En el caso de Estampa se produce también un abaratamiento del precio de venta del ejemplar frente a todos sus competidores. Treinta céntimos el ejemplar ordinario –el triple que el de un diario- para una entrega de 48 páginas y gran formato. Las viejas revistas costaban entre los 30 céntimos y la peseta, con una menor paginación y obsolescencia. También su baratura lo será frente a su directa competidora Crónica, pues aunque esta tendrá el precio de 20 céntimos su paginación se reduce a la mitad. Junto a su bajo precio, su diseño novedoso, su abrumador predominio de lo gráfico sobre lo textual, su mayor calidad, amenidad y rigor, variedad y, también, moderación en los contenidos la hará propicia para entrar en los hogares, por lo que su éxito fue fulminante. A los dos meses de salir ya alcanzó una tirada de 100.000 ejemplares y, a los tres meses, de 150.000, llegando después a superar los 200.000. Su éxito económico lo incrementó una gran masa de publicidad, que sumaba las seis páginas. Frente a ella, Crónica optó por la incorporación de imágenes femeninas y textos más atrevidos y sicalípticos.
Cuando aparece el tres de enero de 1928 lo hará con el subtítulo “revista gráfica y literaria de la actualidad española y mundial”, para después reducirse al escueto “revista gráfica”, ciñendo también su carácter y contenidos de perfil más literario. Aún así, los Cuentos de la Estampa fueron muy leídos y entre sus principales secciones están: Literatura, firmada por Alberto Insúa; Escenario, dedicada al teatro y firmada por Alberto Marín Alcalde; Deportes, por Juan de Gredos; Sangre y arena, dedicada a los toros y de la que se encargó Alhamar, y Arte, por Gil Fillol. También insertó el clásico folletín histórico. Dedicó páginas especiales a la mujer y, aunque dio prioridad a la moda y presentó una imagen moderna de la mujer, se aventuró también en las ideas feministas, aunque desde un tono moderado. Así mismo, tenía páginas infantiles y otras de humor. El artículo descriptivo, la crónica, el reportaje y la entrevista fueron géneros que desarrolló con una gran calidad periodística, pues contó con colaboraciones esporádicas sobre los asuntos que adquirían interés. Y como magazín de actualidad fue copiosamente gráfica: cada número contenía más de un centenar de fotografías. En la sección Instantáneas incluía una quincena, y en la de Notas gráficas de actualidad de las provincias españolas, más de medio centenar. Así que en sus páginas abruman los contenidos gráficos, estrictamente acompañados con escuetos pies de foto.
Numerosos fueron los fotógrafos que publicaron en sus páginas: Adróver, Vidal, Walken, Antsa, Contreras, Vilaseca, Zarco, Zapata, Mena, Cervera, Luque, Calvache (retratos), Álvaro (deportes) o Badosa (Barcelona), junto a los principales reporteros gráficos de provincias. Su principal humorista fue Sirio y contó con los mejores dibujantes del momento para sus páginas literarias, infantiles y de humor: Ximénez Herráiz, Roberto, Penagos, Baldrich, Téllez, Fresno, Echea o K-Hito. Y entre sus colaboradores literarios se encuentran César González Ruano, Francisco Coves, Matilde Muñoz, Ernesto López Parra, José Díez Morales, Francisco Martínez Corvalán o Carlos Vela Jerezano.
Aunque al principio dedicó atención también a la actualidad política, esta irá cobrando más espacio durante la II República, a la que se adhirió desde su posición conservadora y cuyo propietario había sido un antiguo ciervista monárquico, situándose en el centro derecha del nuevo régimen, al igual que su diario gráfico Ahora, que desde una posición burguesa moderada será también uno de los más leídos durante esta década. Frente a ella estará una Crónica más politizada y ocupando el espacio de la izquierda republicana. Tras el golpe militar, el 24 de julio de 1936, el personal de redacción, talleres y administración se incautarán de la empresa y Estampa continuará publicándose adherida al Frente Popular hasta su desaparición, en agosto de 1938, ofreciendo reportajes sobre los frentes y la retaguardia y mermando su paginación. Como han señalado Seoane, Sáiz y Sánchez Vigil, la guerra civil acabó también con esta publicación modélica en su género. El último número de la colección de la Biblioteca Nacional de España corresponde al ocho de enero de ese año. Por su parte, tras la contienda, Montiel recuperará la propiedad de los Talleres de Rivadeneyra y reiniciará una nueva etapa como empresario de la industria periodística española con títulos como la revista Semana y el deportivo As.