Se trata de la una de las variaciones de la cabecera del primer diario español que fundara, en 1758, Francisco Mariano Nipho (1719-1803) con el título Diario noticioso…, que en esta ocasión reaparece a partir de uno de enero de 1825, por real privilegio de Fernando VII al comienzo de la Década Ominosa (1824-1833), con el título de Diario de Madrid, y que el uno de abril cambia por el de Diario de avisos de Madrid, para de nuevo retomar el anterior título a partir de febrero de 1836.
Junto a la oficial Gazeta de Madrid, será el único periódico noticioso que la dura censura del Decenio Calomardino permite su edición, siendo calificado en esta etapa de absolutista y servil.
El privilegio para su publicación se encontraba en manos de Santiago Thewin, el hijo del alemán nacionalizado español del mismo nombre y discípulo de Nipho y responsable de su edición desde 1786. Privilegio que es traspasado para un periodo de diez años al editor Pedro Jiménez de Haro.
De cuatro páginas, sus contenidos son puramente noticiosos, comenzado, tras el santoral y las observaciones meteorológicas, por los nombramientos, órdenes, disposiciones oficiales y otros anuncios y avisos gubernamentales, y siguiendo por otros de tipo comercial, como el precio de los granos, ventas, traspasos, alquileres, subastas, pérdidas, empleo de nodrizas, sirvientes y otros oficios y profesiones, así como notas sobre estrenos teatrales, ópera y de espectáculos y diversiones públicas, policía urbana, horarios de transportes y agenda. También incluirá información sobre los cambios de moneda, información sobre la Bolsa de Madrid y partes religiosos y judiciales.
Diario de avisos… fue mordazmente criticado por su carácter anodino e insulso, y en 1835 lo dirigirá Ramón Mesonero Romanos (1803-1882), que en su cuarta plana, convertida en una especie de ‘cajón de sastre’, publicará artículos de costumbres bajo el epígrafe de “Panorama Matritense”. Sus avisos, anuncios y ‘noticias particulares’ de Madrid fueron considerados por Benito Pérez Galdós (1843-1920) como fuente interesante para el curioso investigador de costumbres, y el propio escritor confiesa que su lectura le fue muy útil para dos de sus episodios nacionales.
Fue sin embargo un periódico muy popular por su carácter utilitario y es asimismo fuente de datos de tipo social, comercial y económico, por las noticias que publicó sobre entidades de ahorro, precios y mercado de trabajo.
Dispuso de imprenta propia y en 1935 fue su editor e impresor Tomás Jordán, que después pasó a su viuda e hijos y, por último a la Sociedad literaria-tipográfica de la Ilustración. Terminó esta época el 30 de octubre de 1847, comenzado la última con el título de Diario oficial de avisos de Madrid, que duró hasta finales de 1918.