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La Unión (Madrid. 1882)

Unión Católica (España)
La Unión Católica || La Monarquía (Madrid. 1887)
Periódicos
Aparece el dos de enero de 1882, como órgano oficial del recién constituido partido Unión Católica, inspirado por Alejandro Pidal y Mon (1846-1913) y presidido por el arzobispo-cardenal de Toledo, Juan Ignacio Moreno y Maisanove (1817-1884). Considerado como la continuación de los periódicos La España católica (1874-1875), La España (1876), El español y, en concreto, El fénix (1879-1884), que hasta entonces Pidal y Mon había también inspirado, como “banderín de enganche” para la incorporación al sistema de la Restauración de los sectores neocatólicos tras el final de la tercera guerra carlista. Será un grupo político con fines electorales, en el que se agrupa el ultratradicionalismo posibilista español, y en el que los obispos ejercerán de jefes en cada una de sus diócesis, y que en enero de 1884, por indicación de León XIII, terminará incorporándose al Partido Liberal Conservador liderado por Antonio Cánovas del Castillo. Se trata de un diario caracterizado por su defensa a ultranza de la doctrina oficial de la iglesia y su sumisión al episcopado y al papado (Hibbs-Lissorgues, 1995), y de la “monarquía católica”. El grupo político que lo sustenta, es dirigido, además de los ya citados Pidal y cardenal primado, por los condes de Orgaz, de Canga-Argüelles y de Guaqui, por el marqués de Olivart, y por Ceferino Suárez Bravo (1824-1896), que integran su Consejo de Redacción. En torno al mismo confluye también un grupo de intelectuales católicos, como José María Quadrado (1819-1896), Manuel Cañete (1822-1891), Gumersindo Laverde Ruiz (1835-1890), Vicente de la Fuente y Bueno, Manuel Pérez Villamil (1849-1917), Marcelino Menéndez Pidal (1869-1968), Juan Manuel Orti y Lara (1826-1904), Aureliano Fernández Guerra (1816-1891) o José Selgas Carrasco (1822-1882). Damián Isern y Marcó (1852-1914), llegará a ser su director y su propietario “industrial” efectivo será Manuel María de Santa Ana (1820-1894). Será publicado bajo la alta inspección y patronato de la Junta Directiva de la Unión Católica. Su estructura formal es la común a los diario de la época, de cuatro páginas, a cuatro columnas y después a cinco, que no sale los domingos, y que comienza generalmente con una artículo doctrinal, contrario a la libertad de cultos o al matrimonio civil o en defensa de la confesionalidad del Estado y, en definitiva, como aliado del canovismo, profundamente conservador, pero distante del carlismo y del integrismo, con el que mantendrá serias disputas, especialmente con sus órganos de expresión, como eran El siglo futuro, El correo catalán o El diario de Sevilla; además de las que mantiene con los propios liberales. Además difundirá, a través de los documentos episcopales y papales, la doctrina católica oficial, pero también cuenta con una crónica política del día y otra extranjera, secciones de noticias, de Madrid, de provincias y de última hora a través de telegramas, y secciones de comercio, bolsa o espectáculos, o revistas científica o de prensa (a la que denomina Recortes). Incluye además un folletín, generalmente traducido del francés o del inglés, y los anuncios publicitarios llegan a ocupar totalmente su última plana. Carecía de subtítulo, pero a partir del cuatro de marzo de 1887 adopta el de “diario católico-monárquico” e inicia una segunda época, al cambiar de propietario, pero manteniendo el mismo Consejo de Redacción, al mismo director y las mismas opiniones, como “defensor de la Iglesia, de la Patria y de la Monarquía”, y a partir de aquí comienza a incluir, en lugar del folletín, un “Boletín oficial del clero”. Se llega a denominar también en su cabecera como “eco del episcopado, de la prensa católica y de La correspondencia de España”, pues su nuevo propietario era el mismo que el de este periódico, y el seis de junio el consejo de redacción, su director –Isern- y algunos redactores se separan y empiezan a publicar el nuevo diario La unión católica (1887-1899). Por su parte, La unión, el uno de agosto modifica de nuevo su subtítulo a “diario político de noticias” e inicia su tercera y última época, al pasar su propiedad a Francisco Javier de Betegón y Aparici (1860-1919), que asume también la dirección, declarándose abiertamente defensor del canovismo. Y el tres de septiembre lo modifica de nuevo para subtitularse “diario liberal-conservador”. Después de seis años en publicación y aparecer su número 1.763, el ocho de octubre de 1887, anuncia que al día siguiente aparecerá en su sustitución el diario La monarquía (1887-1890), con una nueva empresa editorial y una nueva redacción, y continuando con su defensa del canovismo.