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Renovación española (Madrid)

Revistas de información general
Se trata de una “revista semanal ilustrada” –tal como reza su subtítulo- absolutamente ignorada por la historia de la prensa, a pesar de ser “un eslabón imprescindible en la historia ideológica española del siglo XX”, en donde se darán cita algunas de las primeras figuras de la cultura de la época, pero, quizá, el silencio sobre ella devenga de que reunió a buena parte de los intelectuales germanófilos españoles en el periodo final de la primera guerra mundial, tal como hace ver Gustavo Bueno Sánchez en una primera aproximación a una publicación que, sin duda, fue impulsada por los servicios de propaganda alemana. Para corroborar esto sólo hay que fijarse en la publicidad que inserta y, en concreto, en la página que recomienda una serie de establecimientos alemanes. Comienza a ser publicada el 29 de enero de 1918 desde una opción antibélica, pero ya el prospecto de la revista había recibido una severa crítica de Miguel Unamuno, rescatada del periódico El mercantil valenciano, de 20 de enero de ese año, en la que descubre que en la España de ese periodo, neutralista quería “decir germanófilo” y que esta opción era algo que se ocultaba y encubría, calificando al prospecto de estar redactado con una deplorable retórica renovadora y cultural, y de la que aventuraba “que nos vamos a reír”. Aunque nunca apareció reseñado en su cabecera como tal, su director fue el entonces famoso criminólogo y catedrático de la Universidad Central, de Madrid, Quintiliano Saldaña (1878-1938), quien durante los meses de verano dejará la dirección en manos de un entonces joven Evaristo Correa Calderón (1899-1986). Sus entregas fueron de doce páginas, que después amplió a dieciséis y hasta veinte. Insertó artículos y crónicas de política, literatura, filosofía, pedagogía, artes, viajes, teatro, bibliografía y de guerra, además de caricaturas, reproducciones artísticas y fotografías. Su portada siempre estaba ocupada por una viñeta en cuatricomía. Entre su gran elenco de colaboradores resalta el nombre de Pío Baroja (1872-1956), autor del texto del frontispicio de su primer número, así como Jacinto Benavente (1866-1954), que había sido redactor del manifiesto germanófilo de 1915, en respuesta al aliadófilo de Ramón Pérez de Ayala (1880-1962), y en el que también habían participado otros colaboradores de esta revista, como el filósofo y escritor Adolfo Bonilla y San Martín (1875-1926) y el académico Francisco Rodríguez Marín (1855-1943). Colaboran también Eugenio D’Ors (1882-1954), con su seudónimo Xenius; Concha Espina de la Serna (1877-1955), Emilia Pardo Bazán (1851-1921), el novelista y diplomático Julio Casares (1875-1926), Julio Puyol Alonso (1865-1937), José María Salaverría Ipenza (1873-1940), el médico Rafael Salillas (1854-1923), y hasta su número once el aliadófilo Julio Cejador. Después se incorporan Eduardo González Blanco (1877-1938), Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), el rector de la Universidad Central, José Rodríguez Carracido (1856-1928), el periodista José Rodao (1865-1927), y el entonces joven marqués de Lozoya, Juan de Contreras (1893-1978). Contó con una nómina de hasta 23 redactores, seis de ellos, seudónimos, encargados de las diferentes secciones de la revista. Saldaña –el director- es el autor de política interior; el poeta y periodista Manuel Palacios Olmedo, de política exterior; el compositor Eduardo López Chávarri (1871-1970), de la de música; el arquitecto Roberto Fernández Balbuena (1890-1966), de la de arquitectura, aunque nunca firmó ningún texto; el catedrático Pedro Antonio Robles, de filología; Eloy Luis Andrés (1876-1935), de educación nacional; el catedrático penalista Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), de enseñanza; la controvertida Margarita Nelken (1894-1968), de arte, sólo hasta su número siete; el escritor León Martínez Granizo, de viajes; el catedrático José Antón Oneca (1897-1981), de bibliografía, y Cayetano Alcázar (1897-1958), de la de revista de revistas. Hasta su número siete, de la sección de economía se encarga Martín de Paúl y Martín Barbadillo (1887-1962) Pero también aparece como redactor Pedro Sáinz Rodríguez (1897-1986), y se incorporarán después el catedrático de historia Antonio Ballesteros Beretta (1880-1949), el poeta Marceliano Álvarez Cerón (1893-1969), así como Daniel Sánchez de Rivera y Mosét y el profesor y traductor Eduardo Ovejero y Maury. Las páginas sobre la guerra están firmadas con el seudónimo Zeppelin, que también firmará las dedicadas a teatros, junto a los seudónimos Don Lope y Suetonius. Mientras que las caricaturas, dibujos y viñetas son obra de Ka-Hito (Ricardo García López: 1890-1984), además de Kilóm y Selma. La revista editó hasta cuarenta números, siendo el último el correspondiente al tres de noviembre de 1918, coincidiendo con el final de la primera guerra mundial. Como contrapartida también en esas fechas es publicado otro semanario madrileño bajo el título Los aliados (véase en esta colección de la Biblioteca Nacional de España), que dirigirá sus dardos contra los “boches” y será dirigido por Carlos Micó (1886-1982), en el que participan muy activamente Antonio Lezama (1888-1971) y Manuel Bueno (1874-1936), y entre su centenar de firmas aparecen las de Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle Inclán, José Ortega y Gasset y la del propio Benito Pérez Galdós.