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Vida nueva (Madrid. 1898)

Periódicos || Literatura
Nace a sólo un mes de lo que se dio en llamar el Desastre –la pérdida de las últimas colonias españolas- y bajo el impacto de este, el dos de junio de 1898, y de ella se ha dicho que es la revista –aunque con gran formato de diario- que mejor representa el espíritu de la generación del 98, formando parte del movimiento finisecular y de primeros de siglo que dio origen a una serie de publicaciones de vida efímera y precaria, como Germinal (1897-1899), Revista nueva (1899) o La vida literaria (1899), entre otras, caracterizado por su repulsa a lo “viejo” y “caduco” dotado de un vago regeneracionismo antirreaccionario y de rebeldía y renovación estética, de modernismo y europeísmo y, en suma, de lo “nuevo”, tal como aparece escrito en el primer número de esta revista. A la vez que representa a una nueva generación también da cabida a escritores de la anterior, y su carácter independiente es como un “depósito plural” del 98, en palabras de Domingo Paniagua, ya que sus páginas cobijan a un amplio espectro ideológico, y junto a sus contenidos de renovación estética en lo literario y artístico insertará otros de carácter social y político, apadrinando un “socialismo independiente”, a juicio del ya citado Paniagua. Es fundada por Eusebio Blasco (1844-1903), que fue también su primer director, hasta que a finales de 1899 es sustituido por Dionisio Pérez (1872-1935). Así, junto a Emilio Castelar (1832-1899), Joaquín Costa (1846-1911) Benito Pérez Galdós (1843-1920), Emilia Pardo Bazán (1851-1921) o Leopoldo Alas Clarín (1852-1901), participan Miguel de Unamuno (1864-1936), Jacinto Benavente (1866-1954), Ángel Ganivet (1865-1898), que sólo llega a publicar un artículo a causa de su prematuro fallecimiento, Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) o Ramiro de Maeztu 1875-1936); y junto a socialistas, como Pablo Iglesias (1850-1925), Juan José Morato (1864-1938) o José verdes Montenegro (1865-1940), escriben un católico como Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) o unos anticlericales como José Nakens (1841-1926) o Luis Bonafoux (1855-1918). También participa Rubén Darío (1867-1916), y en ella se da a conocer Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Asimismo están en su larga nómina de redactores y colaboradores Jacinto Octavio Picón (1852-1923), Mariano de Cavia (1855-1920), Luis Paris (1863-1936), Felipe Trigo (1864-1918), José Martínez Ruiz Azorín (1873-1867) que utiliza el seudónimo Charivari, Rodrigo Soriano (1868-1944) y un joven José Ortega y Gasset (1883-1955). Publica crónicas de actualidad social, política, así como artículos de crítica literaria, artística, incluso musical, y textos de creación (relatos y poemas), prestando atención a la literatura extranjera. Entre sus firmas se encuentran también las de Francisco Fernández Villegas (1856-1916), conocido por su seudónimo Zeda; Manuel Bueno (1873-1936) que será el autor de la sección “Vida intelectual”; Dionisio Pérez de Ayala (1872-1935) a través de su seudónimo Pedro Recio de Tirteafuera, de “Semana mínima”, y Mariano de Cavia, de “A vuela pluma”. También cuenta con una sección de libros y revistas. Su carácter social y político le valdrá hasta ocho denuncias gubernamentales. Además de enjuiciar las consecuencias de la pérdida de las últimas posesiones españolas en ultramar, dedicará especial atención al proceso de Montjuich, publicando una serie de fotografías sobre el mismo. Llegará a incluir numerosos grabados y dibujos, la mayor parte de Apeles Mestres (1854-1936), así como reproducciones de obras pictóricos de carácter social. Desde el uno de febrero publicará hasta ocho números de una edición popular que aparecía los jueves en un formato más pequeño y sin grabados, mientras que la ilustrada seguía apareciendo los domingos, con cuatro páginas y a cinco columnas. La colección de la Biblioteca Nacional de España llega hasta el número 10, correspondiente al 14 de agosto de 1898, pero estuvo publicándose hasta marzo de 1900, siendo el 94 el último número que editó, según Juan Domingo Vera Méndez.