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El Heraldo militar (Madrid)

Reservista
Fuerzas armadas || Periódicos
Continuador de El reservista (1892-1896), como “defensor de las escalas de reserva y retirados del Ejército”, forma parte de la prensa española con un doble carácter, por un lado valedor de los intereses corporativistas de la milicia y, por otro, político, que se desarrolla de forma muy controvertida durante la Restauración y que será suprimida definitivamente en 1932 tras los decretos de Manuel Azaña como ministro de la Guerra. En este caso se trata de una publicación en formato periódico, compuesto a cinco columnas y con números de cuatro páginas, que aparecerá dos veces a la semana, después quince veces al mes y que se convertirá en “diario independiente” a partir del dos de noviembre de 1900. Con la misma estructura que su antecesor, a lo largo de su existencia dará cabida a artículos de opinión, especialmente sobre la situación profesional de las clases a las que defiende, pero también de carácter político, sobre todo en lo que se refiere a las distintas reformas militares que son dictadas a través del ministerio de la Guerra. Ofrece asimismo noticias, prestando atención a los conflictos bélicos y, en particular, a los concernientes al colonialismo español, así como a los tumultos y sucesos de orden público derivados de la lucha del movimiento obrero. También inserta en sus páginas información y crónicas parlamentarias, sobre espectáculos teatrales, y más tarde sobre deportes, como la hípica, o las cotizaciones bursátiles. También dará cuenta del movimiento del personal, nombramientos, fallecimientos, pagas y emolumentos y de la estructura organizativa castrense, así como de la Asociación de las Escalas de Reserva del Ejército. En sus últimas páginas incluirá un folletín literario, que a veces es alguna crónica o relato del frente de batalla del ejército español en las guerras coloniales, y, al final, publicidad comercial. Mantiene secciones que ya tenía El reservista, como la titulada Descargas, así como abundante correspondencia con sus suscriptores. También estampará algunos retratos y fotograbados. La colección de la Biblioteca Nacional de España (BNE) comienza el cuatro de enero de 1900, cuando su cabecera ya ha perdido el artículo y su director es Manuel Pérez Hernández, que ese mismo año será sustituido por quien venía siendo su redactor-jefe, Ángel Murciano Romero, que había sido director del Colegio Colón, como preparador para el ingreso en la Academia General Militar. Sus administradores serán el capitán Juan Mateos y Manuel Pérez Hernández, habiendo sido este director del periódico El sargento español. Entre sus redactores y colaboradores estuvieron José Muñiz de Quevedo, que ya lo había sido de El reservista, así como José de Siles (1856-1911), Manuel Suárez García (hasta 1903), José Larrea y Clemente C. Toral, advirtiéndose que, como la restante prensa militar-política, muchos de sus textos serán firmados con seudónimo. Desde septiembre de 1913 el periódico pasará a pertenecer a una nueva empresa, que nombrará director a Domingo Álvarez, que había sido anteriormente director del diario Ejército y Armada (1905-1932) y que era considerado un prestigioso periodista de este género de prensa. Y a partir de aquí Heraldo Militar será un “diario independiente de la tarde”, aumentando su carácter noticioso y separando su información militar de la política. Se ha dicho de este periódico que fue uno de los más moderados de su género, con una tendencia a evitar cualquier tipo de enfrentamiento político. Se declaró “defensor de los que padecen persecución de los egoísmos” y de los “desheredados”, en referencia a las clases militares de las que se consideraba portavoz, pero no reparó en tener como punto de mira de sus más acérrimas críticas los sucesos del movimiento obrero. A lo largo de su existencia fue moderando aún más su ideología política y fue también defensor de la inserción de los militares en la vida civil, así como de la implantación del servicio militar obligatorio, definiéndolo como un ejército del “pueblo” complemento del “profesional”. En sus páginas se llegará a elogiar a un político regeneracionista como José Canalejas (1854-1912), líder del partido liberal progresista y democrático. La colección de la BNE, de la que faltan los años 1902-1909, acaba el 21 de diciembre de 1918, cuando su periodicidad es trisemanal, desconociéndose si duró mucho más.