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El Publicista (Granada)

Periódicos anteriores a 1850
Periódico político y noticioso, de carácter liberal avanzado, anticlerical, antiabsolutista y antiafrancesado. Su principal redactor fue Salvador Sánchez del Águila y en sus páginas dio cobijo a numerosos colaboradores, que firmaron con sus nombres o bajo seudónimo. De frecuencia diaria, aunque Luis del Arco dice que es semanal, y en números de cuatro páginas, y a veces de ocho. Se considera continuador del también diario del mismo carácter ideológico titulado El diálogo granadino, cuyos redactores habían comenzado a editar el uno de noviembre de 1812 en la Imprenta Real, y que tras estampar sus dos primeros números, el encargado de esta, presumiblemente alarmado por sus contenidos, empezará a sacar en su lugar y con similar estructura otro titulado El patriótico, más moderado que aquel. El publicista aparece, pues, el tres de noviembre de 1812, seriado con el número 3, saliendo de la Imprenta del Exército, hasta su desaparición en julio de 1813, aunque Gómez Ímaz señala que cesó en 1814. Bajo su cabecera aparece estampada la leyenda “Año I [II, en 1813] del admirable restablecimiento de nuestra libertad política: Diario de Granada”, que hace alusión tanto al abandono de las tropas francesas de la ciudad, que se había producido el 16 de septiembre de 1812, como a la cabecera del diario que la Junta Suprema de Granada había publicado entre 1808 y 1810, dando lugar por tanto a cierta confusión en la conformación del título, pues tanto la denominación El publicista como Diario de Granada aparecen con el mismo alarde tipográfico en la cabecera del periódico. El publicista comienza cada número con el santoral y las afecciones astronómicas y meteorológicas, para continuar con las secciones de noticias “extrangeras” y del “reino”, generalmente extractos de otros periódicos referidos a las guerras napoleónicas. Al final, también incluye las secciones locales con breves noticias de “ventas” y “avisos”. Publicó asimismo artículos políticos y doctrinales y polemizó con Diario crítico y erudito, al que le acusó de afrancesado, y, especialmente, con el La vigarra, de carácter conservador. Incluso, después de dejar de publicarse, este diario fue perseguido por la Inquisición en 1815, que ordenó la recogida de dos de sus números publicados bajo pena de excomunión. Véanse los estudios de Molina Fajardo y Manjón-Cabeza Sánchez.