Diario fruto de la inflación de periódicos que trajo consigo el triunfo del pronunciamiento de Riego y la jura de la Constitución de Cádiz por Fernando VII en marzo de 1820 que dio comienzo al Trienio liberal. Tal fue la fiebre periodística durante ese año que incluso hubo una cabecera llamada satíricamente La Periodicomanía que hizo semblanzas y epitafios de casi cien títulos de prensa según iban naciendo y muriendo.
El Conservador nació en el Café de Lorencini de la Puerta del Sol de Madrid de las manos de una de las sociedades patrióticas que se crearon en aquellos días para defender la libertad recién recuperada. Era redactado en las mesas del café, donde predominaban las soflamas demagógicas, por lo que sus autores, que firmaban con seudónimos, intentaron darle un tono más moderado.
El lema doctrinal del periódico era, con el lenguaje retórico de la época: ‘La virtud será amada y el vicio odiado y vituperado’. Sus redactores proclamaban que bajo el amparo de la libertad ‘veremos renacer nuestras pasadas glorias, los talentos desenvolverse, las ciencias perfeccionarse y la agricultura e industria originar la riqueza del hombre activo y aplicado’.
El Conservador mezclaba la templanza con la agresividad. Así, mostraba su lado más moderado cuando elogiaba a Fernando VII y su lado más radical cuando manifestaba su anticlericalismo, con fuertes críticas a ciertos religiosos.
Según señala Pedro Gómez Aparicio en su Historia del Periodismo Español, El Conservador se hizo célebre por sus campañas, como la emprendida contra la repatriación de los afrancesados que marcharon a Francia durante la invasión napoleónica o la dirigida contra la formación del primer Gobierno constitucional.
El periódico actuaba bajo la inspiración de las logias masónicas y tal fue su virulencia en ocasiones que el ministro de la Gobernación, Agustín Argüelles, ordenó detenciones y la disolución de la sociedad patriótica del Café Lorencini. El Conservador dejó entonces de publicarse.
Nacido el 27 de marzo de 1820 su último número fue el de 30 de septiembre de ese año. El Conservador era un diario eminentemente doctrinario en el que la información era secundaria, aunque publicaba regularmente noticias nacionales y del extranjero. A partir de julio, con la apertura de Las Cortes, las crónicas parlamentarias le dieron un mayor aspecto de periódico informativo.
Se editaba normalmente con cuatro páginas a dos columnas, aunque hubo ocasiones en que aumentó la paginación. Publicaba en la última página una sección llamada Chismografía que le daba un aire menos grave, con noticias y comentarios que ayudan a conocer la sociología de la época.
[Descripción publicada el 20/09/2024]