Publicación semanal, de 16 páginas e ilustrada, órgano del Apostolado de la Prensa, en donde se agrupan católicos seglares y religiosos, principalmente de la Compañía de Jesús, como propagandistas de la doctrina católica tanto desde el punto de vista apologético como social y político. Cofundada por el jesuita Francisco de Paula Garzón y Álvaro López Núñez (1865-1936), quien pudo ser también su director. Colaboran en ella conocidos escritores y apologistas católicos como el padre Coloma y Arturo Masriera, utilizando el “nombre de religión” la mayoría de ellos, procedentes tanto del carlismo como del alfonsismo y del conservadurismo e integrismo católico.
Subtitulada como “revista semanal ilustrada” y publicada con “licencia eclesiástica”, nace contra lo que considera el “periodismo impío”, del que dice que es “causa de la mayor parte de las desdichas que aquejan a nuestra sociedad, desprovista de todo sentido y humano fundamento”, por lo que surge para entrar contra dicho periodismo “en singular batalla, preparando el castigo también providencial que logren sepultarlo y hundirlo en el abismo del silencio”. Y contra el mismo, el católico se autoproclamará como única prensa “sana”, atacando no sólo el ateismo y el materialismo, sino el modernismo y el liberalismo.
La publicación se estructura en secciones, que mantiene casi inalterables durante su larga existencia, comenzando con la titulada “La semana”, especie de crónica sobre la actualidad social y política, que hasta su muerte estuvo firmada con el seudónimo Máximo, correspondiente a Ángel Salcedo Ruiz (1859-1921), y después por “Dionisio”, “Víctor” y “Mínimo”; le sigue un artículo de fondo, generalmente dedicado también a acontecimientos de carácter político y social; la sección “Lecturas dominicales”, que incluye narraciones evangélicas y religiosas; la de noticias religiosas y de la propia asociación Apostolado de la Prensa; una sección doctrinal sobre cuestiones teológicas, y otras de variedades, composiciones poéticas, piadosas, noticias y comentarios y la de “polémica religiosa”, incluyendo en esta sus diatribas y ataques contra los periódicos masones, librepensadores, anarquistas, socialistas, liberales… También incluye otra sección del movimiento social y obrero católico, y crónicas teatrales, de arte, etc., e, incluso, un folletín. Además de grabados y fotografías de actualidad, da cabida también a una profusa publicidad comercial.
Su carácter popular y su buena factura periodística le granjeó pronto tiradas que pasaron de los 10.000 ejemplares, ya en 1895, a los 32.000, en 1904, dirigidos principalmente a suscripciones de la mayor parte de instituciones y centros católicos de todo el país. Fue defensora de la dictadura primoriverista. Posteriormente tuvo periodicidad quincenal y aumentó hasta las veinte páginas sus números.