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Faro (Madrid. 1908)

Revistas de información general
Publicación semanal en formato de diario, compuesta a cuatro columnas, que salió cada domingo a partir del 23 de febrero de 1908, bajo la inspiración de un José Ortega y Gasset (1883-1955) recién llegado a Madrid tras sus estudios en Alemania, y que sirvió de cauce de una “nueva juventud intelectual” interesada por la pedagogía política y la intervención cultural, tal como señala Manuel Menéndez Alzamora en su estudio de 2006 sobre la denominada Generación del 14, en el que analiza las revistas de esta. Aún así, como director-gerente nominal del semanario aparece Bernardo Rengifo y Tercero (¿-1928), un hombre del Partido Liberal puesto por el tío del joven filósofo, Ramón Gasset y Chinchilla (1873-1933), que fue quien intervino en la fundación y aportación de los medios económicos que facilitaron la publicación y su estampación en el Establecimiento Tipográfico de El Liberal. Para Seoane y Sáiz se trata de una revista política y cultural de carácter renovador, precedente de Europa (1910) y España (1915), en la que se dan cita escritores ya consagrados, como Miguel de Unamuno, así como de la generación precedente del 98, algunos afectos a Francisco Giner de los Ríos, como Domingo Barnés Salinas, y los de la nueva generación y sus aledaños, como Ramón Pérez de Ayala, Edmundo González Blanco, Enrique de Mesa, Cristóbal de Castro, José Castillejo Duarte o Enrique Díez-Canedo. El artículo de presentación de la revista –Razón de vida- corre a cargo de Manuel Troyano, que ayudará a Ortega en los contenidos de la publicación. El joven filósofo postulará ya desde su artículo –Reforma liberal- del primer número la necesidad de una reforma constitucional y de un nuevo liberalismo “socialista”, y propondrá la reorganización del Partido Liberal como un partido de izquierda. En los textos que irá publicando desarrollará el discurso que más tarde servirá de base a su famoso “Vieja y nueva política”, tal como ha reconocido José Carlos Mainer. También sus textos darán lugar a polémicas y réplicas, como las de Gabriel Maura Gamazo y Ramiro de Maeztu. Las doce páginas de cada entrega, que después serán ampliadas hasta alcanzar las dieciséis, contienen editoriales, artículos y otros densos textos clasificados en secciones de variados contenidos bajo los epígrafes Crónica social (firmada por Adolfo González Posada), Crónica judicial, Información política, Sección financiera (Carlos Caamaño), La semana bursátil, las dedicadas al extranjero (Francia, Alemania, etc.) y también a provincias; sobre asuntos sudamericanos escriben Dionisio Pérez y Vicente Almela; secciones culturales de bibliografía y libros, y las de crítica literaria (Bernardo G. de Cándamo), teatral (Luis Bello, quien también publica una serie de artículos sobre “Lo que España no tiene”), artística (José Ramón Mélida) y musical (Manuel Manrique de Lara). Sobre educación, además de Barnés, escribirá Leopoldo Palacios. Entre sus colaboradores cuenta también con Constancio Bernaldo de Quirós, Rosendo Fernández y Gamoneda, Álvaro de Albornoz, Antonio Aura Boronat, Rafael Leyda, Félix de Montemar, Antonio Ballesteros, Claudio Frollo, Antonio Palomero, José Ibáñez Martín, Baldomero Argente, Julio Cejador, José López Pinillos o Luis Zulueta Escolano, entre otros. Cada número del semanario se inicia con un sumario de contenidos, entre los que no faltaron los de carácter científico e industrial, acompañados de dibujos técnicos, así como de algunas fotografías. También anuncia la edición de un Boletín legislativo, encuadernable, y la publicidad comercial llega a ocupar su última plana. Ortega se había decidido por la creación de una Liga Liberal en torno al semanario, tal como señala Ruiz Manjón-Cabeza, que debió quedar en ciernes por la desaparición de la revista, anunciada en el número 54 -al año de haber comenzado su publicación-, correspondiente al 28 de febrero de 1909.