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Diario histórico y político de Sevilla

Periódicos anteriores a 1850
Es la primera publicación diaria sevillana, que aparece el sábado uno de septiembre de 1792, después de que en esta ciudad se hubieran publicado otros títulos de frecuencia bisemanal o semanal, como habían sido Hebdomario útil sevillano (1758-1762 y 1766-1767), El Embronario (1760), Correo de Sevilla (1781), Papel semanario de Sevilla (1787) o Semanario de Sevilla (1788), o se hubieran reimpreso o impreso algunas gazetas desde el siglo XVII y durante la Guerra de Sucesión. Ahora la capital hispalense se incorpora a otras ciudades españoles que ya habían iniciado la publicación de su diario, que en este caso, tras serle concedido el correspondiente privilegio real, será editado por el militar de origen francés y barón de la Bruère, José María de Lacroix (1746-), que ya tenía la experiencia de haber editado previamente Diario de Valencia (1890-1791). Para Lucienne Domergue (1981), De Lacroix fue “un periodista empresario característico de los últimos lustros del Antiguo Régimen”, pues después seguirá editando otros periódicos, como Correo de Cádiz (1795) y Diario mercantil de Cádiz (1802). Sin embargo, tras su sombra actuaría en Sevilla Juan Pablo Forner (1756-1797), un escritor ilustrado y eterno apologista que utilizará este papel diario para “combatir los principios y máximas de la falsa y desatinada filosofía” que había “dado origen y ocasión a la Revolución francesa”. Aunque Pérez de Guzmán (1902), Gómez Aparicio (1967) o Guinard (1973) señalan a Carlos de Elías y Delgado (1758-18--) como cofundador o principal redactor del periódico, María Román López (2012), autor de un amplio y excelente trabajo sobre este diario sevillano y su fundador, expresa que el nombre de quien ha sido calificado como el primer periodista sevillano podría estar relacionado con el mismo en su calidad de propietario de la imprenta en la que se estamparía. Salió, incluso los domingos, en pliegos de cuatro páginas, hasta el uno de marzo de 1793 de la prensas de Vázquez e Hidalgo, en la calle Génova, y después de la propia Imprenta del Diario, cuando en su cabecera empieza a aparecer grabado un escudo con el emblema sevillano NO-DO, con una madeja en medio. Se componía a una columna, pero también en sus últimas páginas utilizaba las dos columnas, además de los epígrafes para agrupar sus contenidos. Comenzaba con un artículo sobre la vida del santo del día, seguía con las afecciones astronómicas, las horas de las mareas del río, las embarcaciones fondeadas en su puerto, de sus llegadas y salidas, los precios de los granos, ventas, pérdidas, hallazgos, alquileres o empleos bajo el epígrafe Noticias particulares de Sevilla. También publica artículos sobre comercio, agricultura, historia local, de filosofía, ética y moral, educación, medicina, botánica, higiene, física, mitología, así como textos literarios, traducciones, odas, sonetos, décimas, romances o fábulas, y otros textos de entretenimiento, como notas de teatros y de diversiones públicas, anécdotas, enigmas o sentencias. Para Román López el diario de De Lacroix “posee un carácter misceláneo que alcanza uno de los más sustanciales objetivos del pensamiento ilustrado”. Entre sus colaboradores se encuentran algunos jóvenes que protagonizan un despertar intelectual en Sevilla en torno a una serie de academias literarias, entre los que se encontraban Alberto Lista, Francisco de Paula López de Castro, Diego de Salde, José María Roldán, Manuel María de Arjona o Justino Matute y Gaviria, y también aparecen otras firmas, como las de Juan Meléndez Valdés y Martín Fernández Navarrete. Para rubricar sus textos son frecuentes las siglas y los seudónimos, como El Forastero o El Incógnito, que utilizó Nicolás Tapia, entre otros. Este primer diario sevillano vivirá sólo diez meses, hasta el 30 de junio de 1793. Su colección en la BNE sólo la integran tres números de 1793, y la completa la forman dos tomos; el primero de 122 números, y el segundo, de 181. De Lacroix se trasladará a Cádiz en donde seguirá publicando otros periódicos. Véase también el trabajo de Elisabel Larriba sobre este editor.