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La Gaceta literaria (Madrid. 1927)

Cultura || Periódicos
Destacada publicación que forma parte del núcleo de las que se publicaron en torno a la fecunda generación del 27 (integrada por los escritores y artistas nacidos en torno a 1891 y 1905), y que quedará marcada por la orientación intelectual, ideológica y política a la que le condujo al final de su existencia su principal fundador y director, el escritor surrealista que se convertiría en uno de los primeros intelectuales que abrazaron el fascismo: Ernesto Giménez Caballero (1899-1988). Aparece el uno de enero de 1927, en plena dictadura primoriverista, aglutinando en torno a ella a los mejores escritores de las distintas tendencias ideológicas y convocando importantes colaboraciones europeas, especialmente portuguesas, así como de América latina. Su subtítulo -“ibérica-americana-internacional: letras, arte, ciencia”- resume su naturaleza panhispánica, internacional y cultural. Según, Gómez Aparicio, actuó como portavoz y aglutinadora de aquella generación de las vanguardias literarias y artísticas, que quiso empalmar con la precedente –la del 15-, representada por la revista España (1915-1924), que fundara José Ortega y Gasset (1883-1955). En todo caso, “acogió y potenció el espíritu de modernidad germinado en los años inmediatamente anteriores”, según las propias palabras del que fue su cofundador y primer secretario de redacción: Guillermo de Torre (1900-1971). Precisamente, se ha dicho que Ortega la apadrinó con el artículo que escribió en su primer número –no volvió a firmar ningún otro-, titulado “Sobre un periódico de las letras”. Será su formato y composición de periódico y su impresión en papel prensa, a lo que se añadía su frecuencia quincenal (salía los días uno y quince de cada mes), otra de las características fundamentales de esta publicación. Se trata pues del único periódico de entre las llamadas revistas de la edad de oro de la prensa literaria, como Litoral (1926-1929), Mediodía (1926-1929) o, incluso, Verso y prosa (1927-1928), entre otras. De ahí que la información y otros textos que publica estén afectados en gran medida por la inmediatez de la actualidad. A ello se añade su también carácter polémico en torno a cuestiones artísticas, estéticas, intelectuales o literarias, como podía ser el de las distintas lenguas románicas que se hablan en España o el de las diversas literaturas y centros culturales del país, pues resalta también la publicación en sus páginas de textos originales en lengua catalana y gallega, además de la portuguesa e italiana, llegando sólo a hacer mención de la vasca. Añade Gómez Aparicio que alcanzó un considerable éxito, con tiradas de 10.000 ejemplares, nada frecuente en las revistas literarias y minoritarias, y se benefició de su bajo coste de impresión al salir de la imprenta familiar de Giménez Caballero. En entregas de ocho páginas de gran formato y a cinco columnas, este “periódico literario” por antonomasia en la historia del periodismo español tuvo una copiosa nómina de firmas y una gran variedad de secciones. Junto a las escuetas noticias e informaciones de actualidad cultural, da cabida a la crítica literaria, teatral y artística, a breves ensayos de historia de la literatura, a comentarios y columnas sobre la labor de escritores y artistas y la actividad editorial, a artículos de filosofía, de ciencia, arquitectura, pintura, cine, arquitectura, música y sobre la vida universitaria, a textos de conferencias, a reseñas de conciertos y exposiciones, a recensiones librescas y novedades literarias, así como a entrevistas, encuestas, etc., a lo que añadía textos de creación poéticos y narrativos. Llevaba también un gran número de inserciones publicitarias, todas ellas referidas a la producción editorial. Entre los primeros redactores y colaboradores, además de los ya citados Giménez Caballero y Guillermo de Torre, estuvieron Ramón Gómez de la Serna, Antonio Marichalar, José Moreno Villa, José Bergamín, Antonio Espina, Melchor Fernández Almagro, Benjamín Jarnés, Fernando García Vela, Joaquín Garrigues, Francisco Guillén Salaya o César Muñoz Arconada. Se irán incorporando Salvador Dalí, Rafael Sánchez Mazas, Federico García Lorca, Ramiro Ledesma Ramos, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Juan Aparicio López, Jorge Guillén, Luis Buñuel, Eugenio Montes o Adriano del Valle. Otras firmas serán las de Cayetano Alcázar, Jean Cassou, Sebastián Gasch, Rosa Chacel, F.F. Marinetti, Edgar Neville, Karl Vossler, Miguel Pérez Ferrrero, E. Steinhof, José María de Sucre, Luis González-Alonso, Felipe Ximénez de Sandoval, Guillermo Díaz Plaja, Rafael Marquina, Aurelio Pego, Ángel Valbuena, Agustín Espinosa, Enrique Díez-Canedo, Teófilo Ortega, L. Gómez Mesa, Carmen de Burgos (Colombine), Miguel Gimeno Castellar, Eugenio Domingo, Jorge Rubio González, Jaime Torres Bodat, Francisco Ayala, Manuel de Montoliu o Juan Andrade. Incorporó la información gráfica, con fotografías de retratos e instantánea, así como de dibujos y caricaturas, de escritores y artistas, y reproducciones artísticas. Entre las firmas de sus ilustradores aparecen las de García Maroto, Vázquez Díaz, Bagaría, Bartolozzi, Manuel Barradas y Francisco Bores. Entre sus secciones, resaltan la dedicada al pionero Cine Club, que creó la propia publicación, y la Gaceta sefardí. Julián Zugazagoitia –futuro director de El socialista- tuvo una sección sobre obrerismo y literatura. Otras secciones fueron Verano de los escritores, Transeúntes literarios o Fiesta del libro. Al comenzar 1929, Arconada asume la jefatura de Redacción y creará una serie de secciones: Gaceta catalana, dirigida por Tomás Garcés y Juan Chabás, desde Barcelona; Gaceta portuguesa, por Antonio Ferro y Ferreira de Castro, desde Lisboa; Gaceta americana, por Guillermo de Torre (que había cesado como secretario de redacción en agosto e 1927 al marcharse a Buenos Aires) y Benjamín Jarnés, desde Madrid; Gaceta de Arte, por Antonio Espina, desde Madrid, y Sebastiá Gach, desde Barcelona; la bibliográfica, redactada por Guillén Salaya; la universitaria, por M. Pérez Ferrero; la internacional, por José Francisco Pastor, desde Estrasburgo; y la de filosofía y ciencia, por Ledesma Ramos. También tuvo la sección Gaceta de Pombo, referida a la tertulia reunida en este famoso café literario, y anuncia otra de política y diplomática, referida a informaciones sociales y jurídicas, en la que participaría como colaborador Fernández Almagro. Las reseñas de libros las redactarían Francisco Ayala, Enrique Lafuente, E. Salazar y Chapela, Valdevellano, Obregón, Chorot y Aparicio López. Otra sección bajo el epígrafe Lo que lee España rural, estaría dirigida por Antonio Ballesteros, desde Segovia. Otras secciones fueron Postales ibéricas, Postales americanas y Postales internacionales, ofreciendo en la primera citada las informaciones de actualidad literaria, artística y cultural de las regiones y provincias españolas. La publicación no fue nunca ajena a la política y en su número de 15 de febrero de 1929, Giménez Caballero publicará “Carta a un compañero de la joven España”, un texto influenciado por el fascismo italiano y del que el propio autor dirá después que había representado el primer manifiesto ideológico de lo que después será conocido como nacional-sindicalismo. Este artículo provocará la separación de un numeroso grupo de sus colaboradores. Por problemas económicos, la propiedad de la publicación pasará en septiembre de ese mismo año a la editorial C.I.A.P., que a partir de enero de 1930 nombrará codirector de la misma a Pedro Sáinz Rodríguez (1897-1986), al mismo tiempo que su formato se reducirá, reduciendo también su composición a cuatro columnas. El 119 es el último número de la colección de la Biblioteca Nacional de España, correspondiente al uno de diciembre de 1931. La publicación estaría publicándose hasta el uno de mayo de 1932. Sin embargo, tras la proclamación de la II República Española, en concreto, desde agosto, sus últimos números se les conocen también como El Robinson Literario de España, con numeración propia además de la secuencia de la propia Gaceta…, y redactados íntegramente por Giménez Caballero, que contó sólo con el hálito de Ramiro Ledesma y Aparicio López, con los que converge en Falange Española. La gaceta literaria será una de las publicaciones que dejarán una más perdurable huella en la tormentosa transición de la Dictadura primoriverista a la II República española y a la guerra civil, según Gómez Aparicio. Es un documento fundamental para seguir la evolución, no sólo de la estética de la creación literaria y artística de aquélla generación, sino la de los conflictos ideológicos y éticos a ella ligados, en consideración de Seoane y Saiz; y es un pozo sin fondo de información sobre el entorno cultural de su época, tal como señala César Antonio Molina. Existe una abundante bibliografía en torno suyo. Indicamos aquí el facsímil que la editorial alemana Topos Verlag publicó en 1980 y su índice analítico elaborado y publicado por Hildegard Collins en 1975. Resaltamos también la Exposición del Libro Catalán que la propia revista organizó y se llevó a cabo en la sede la Biblioteca Nacional de España. Faltan los siguientes números en la colección original: 1929: n. 60 (15 jun.), 71 (1 dic.) 1931: n. 100 (1 marzo), 103 (1 abr.)-105 (1 mayo), 109 (1 jul.), 112 (15 ag.) Falta digitalizar los números 81 (1 mayo) y 93 (1 nov. 1930) [Descripción modificada el 25/11/2022]