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El Pobrecito hablador

Revistas de información general
Se le atribuye la fundación y dirección de este “periódico decenal, literario, ilustrado” –tal como indica su subtítulo–, a dos entonces jóvenes poetas y comediógrafos sevillanos recién llegados a Madrid: Serafín (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944). De carácter festivo y humorístico, su título –en un estilizado grabado– fue un homenaje a uno de los periódicos más emblemáticos que José María de Larra (1809-1837) sacara a la luz entre 1832 y 1833. Aparecía los días uno, once y veintiuno de cada mes, a partir del primero de marzo de 1890, en entregas de ocho páginas, compuestas a dos columnas y estampadas en la madrileña Imprenta de Enrique Rubiños, con una primera página ilustrada y con el sumario de sus contenidos, que divide en dos partes: textos y grabados, y así lo estuvo haciendo hasta el 21 de abril de ese mismo año, en que cesó, por lo que fue de muy corta vida, ya que tiró sólo seis entregas, que suman 48 páginas. Sus textos son tanto en prosa como en verso, y entre sus firmantes destaca Antonio Sánchez Pérez (1838-1912), al que por entonces se le denominaba familiarmente, “por viejos y jóvenes” literatos, como el Maestro, quien será el autor de una especie de crónica de costumbres y sobre la vida social y literaria bajo el epígrafe Lo que pasa, que abre cada entrega. Entre sus firmas aparecen las de Manuel de Palacio, Eduardo de Palacio, Manuel Matoses, Juan Maillo, Luis de Ansorena, Eduardo Bustillo, Luis Montoto, Rafael Torromé, José María Gutiérrez de Alba, Federico Urrecha, Carlos Frontaura, Luis Taboada, José Estrañí o José Zahonero, además de los seudónimos Clarín (Leopoldo Alas), Fray Candil y Micrófilo. Sus páginas están bellamente ilustradas con escenas de costumbres y tipos populares (a veces ocupando la plana completa) y breves historietas y chistes gráficos, cuyos dibujos son firmados por Gros, Cilla, Huertas, Polanco, Mecachis, Pellicer o J. Araujo. Al final tiene una breve sección bajo el epígrafe Menudencias y la última plana la ocupan los anuncios comerciales.