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Diario de Madrid (Madrid. 1788)

Diario curioso, erudito, económico y comercial || Diario de avisos de Madrid
Periódicos anteriores a 1850
Por primera vez, el Diario noticioso, curioso, erudito… que fundara en 1758 Francisco Mariano Nipho, recoge en su título, a partir del uno de enero de 1788, el nombre de la ciudad en donde se edita. La cabecera del primer diario español continuará imprimiéndose, con privilegio real, como el resto de la prensa española del XVIII, en este caso, por el que se considera heredero de Nipho, Santiago Thevin, al que sucederá, tras su muerte, su hijo del mismo nombre, hasta abril de 1824. Su objetivo será “despertar la aplicación y el gusto por el estudio de todas las clases de ciudadanos”, tal como se indica en el prólogo de esta su tercera etapa, de la que habría que resaltar su carácter eminentemente oficialista, pues, junto a los oficiales Gaceta de Madrid y Mercurio de España, en manos directas de la Corona, será la única publicación periódica que se salve de los decretos de supresión que sufrirá la prensa española en su evolución desde el Antiguo Régimen a los dos primeros periodos constitucionalistas del primer tercio del siglo XIX. Así, para evitar el contagio de la Revolución Francesa, y al objeto de impedir la difusión de “muchas especies perjudiciales”, la real resolución del 24 de febrero de 1791 promulgará la supresión de todos los periódicos, excepto los dos oficiales ya citados y el Diario de Madrid de pérdidas y hallazgos, ciñéndose a los hechos y sin que en él se puedan poner versos, ni otras especies políticas de cualquier clase”. La misma supresión y salvedades ocurrirá con el real decreto de dos de mayo de 1815, tras el regreso de Fernando VII y la conclusión del primer periodo constitucionalista español, y con la real orden de 30 de enero de 1824, que prohíbe la publicación de periódicos, a excepción de la Gaceta, el Mercurio y el Diario, tras el segundo periodo constitucionalista liberal (1820-1823). También su “dependencia” de la estructura estatal se verá reflejada cuando al entrar las tropas francesas en Madrid, en mayo de 1808, el Diario, junto a la Gaceta de Madrid, sean incautados y obligados a servir a la causa napoleónica. Así desde el 10 de mayo hasta el 17 de junio de este año quedará en manos directas del Gobierno bonapartista e, incluso, desde el 18 de junio al siete de agosto, saldrá en lugar de la propia oficial Gaceta. El Diario continuará en esta etapa con la estructura que ya le había dado Nipho desde su primera aparición, dotada del elemento del periodismo moderno, la separación clara entre opinión e información. Seguirá apareciendo incluso domingos y festivos, en números de cuatro páginas, a una columna para los artículos, y a dos para las noticias. Dado su carácter oficialista, se le calificó ya en su tiempo de “anodino e insulso”, aunque para María Dolores Sáiz ya adquiere una nueva dimensión periodística más en la línea con las nuevas demandas informativas. Sigue comenzando con el santoral y las observaciones meteorológicas y notas astronómicas. Los artículos versan sobre curiosidades, erudición, bellas, artes, literatura, comercio, economía, etc., especialmente a través del epígrafe “Cartas al diarista”. En sus “Noticias particulares de Madrid”, dará cabida a ventas, alquileres, traspasos, pérdidas, hallazgos, empleos (nodrizas, sirvientes), vacantes y nombramientos públicos, legislación, bibliografía, fiestas, teatros y otras noticias sueltas. Entre sus colaboradores de esta etapa se encuentran Capmany y Cienfuegos, en 1808 lo era José María Carnerero, y a partir de 1815, Garnier, Díaz de Goneo, Abrial, Alenza y Brahamonde, entre otros, es decir, por literatos de segundo orden. En 1788 salía de la imprenta de Hilario Santos, en la Puerta del Sol, y después de mucho tiempo sin mencionar en qué prensas se componía, tuvo imprenta propia o del Diario. En 1825 será continuado por Diario de avisos de Madrid, al sufrir el último cambio definitivo de su cabecera, que alcanzará su aparición hasta 1918, convirtiéndose en el título más longevo de la prensa española, si se exceptúa a la Gaceta de Madrid, después convertida en Diario Oficial del Estado.