Este periódico nacido en mayo de 1834 y de vida efímera tiene la particularidad de que se presenta a los lectores como portavoz de la opinión pública, es decir, como un medio que reflejaba de manera independiente lo que pensaba la gente. Si eso es algo siempre difícil de definir, lo es más en una época en la que nacía tímidamente la España liberal y realmente lo que existía era la censura y la prensa de partido.
En su primer número los editores del Eco de la opinión proclaman que no entienden por opinión ‘ese intolerable espíritu de partido que ciega regularmente a la muchedumbre, forzándola a desacertadas e intempestivas exigencias, sino el enunciado de la voluntad general de los hombres sensatos y entendidos’. Más adelante declaran abiertamente su independencia de criterio, aunque el periódico se puede enmarcar dentro del liberalismo progresista.
Se acababa de aprobar el Estatuto Real, tras la muerte de Fernando VII, y la reina regente María Cristina buscaba el apoyo de los liberales a su Gobierno y a los derechos al trono de su hija Isabel contra el hermano del rey, don Carlos, quien dio inicio a una guerra de siete años, la primera guerra carlista.
Los redactores del Eco de la opinión eran los mismos que los de El Cínife, del que se puede considerar continuación. Este último periódico, de ideario liberal y constitucionalista, había sido suprimido por sus críticas al Gobierno de Francisco Martínez de la Rosa, defensor de un restringido sistema liberal.
Es curioso como la palabra Eco de la cabecera del periódico está escrita en grandes caracteres tipográficos para resaltar la idea que se quiere trasmitir de reflejar con exactitud el pensamiento de la opinión pública. La publicación salía tres veces por semana, domingo, martes y viernes y constaba de cuatro páginas por número.
El contenido del Eco de la opinión se estructuraba en un artículo de fondo en la portada seguido de una sección de Noticias extranjeras de las diferentes capitales europeas y otra de información sobre España, con noticias entre otras de los acontecimientos derivados de la guerra carlista. Había otras secciones menores de variedades, literatura y algunos anuncios.
En el último número del periódico, el del 18 de mayo, sus redactores declaran pomposamente que no reconocen ‘soberanía alguna superior a la del pueblo’, lo que les enfrentaba de nuevo al Gobierno de Martínez de la Rosa, que suprimió la publicación, junto con otros tres periódicos, en víspera de las elecciones convocadas para el 20 de mayo, unas elecciones muy restringidas con un censo electoral muy reducido.
Los periódicos suprimidos fueron, además del Eco de la opinión, El Universal, La Nación y El Tiempo, según la investigación de Natividad Araque Hontangas, de la Universidad Complutense, publicada en Cuadernos de Historia Contemporánea (2010) y que puede leerse en abierto en la Red.
Aun sin citar sus nombres, la Revista española informó el 21 de mayo de 1834 de la supresión de esos periódicos haciendo una tímida crítica por el número de familias que dejaba sin sustento la decisión gubernamental.
[Descripción publicada el 11/09/2023]