Este diario de la tarde comenzó a publicarse el 15 de octubre de 1859, una semana antes de que España declarara la guerra al sultán de Marruecos, en lo que se conoce en la historiografía como la Guerra de África. El periódico nació para apoyar en el conflicto bélico al general Leopoldo O’Donnell, entonces presidente del Gobierno.
Aunque en su primer número El Reino afirmaba que no era el órgano de ningún partido político, lo cierto es que fue fundado para apoyar a O’Donnell y su partido, la Unión Liberal. De hecho, cesó en noviembre de 1866, una vez que O’Donnell, que presidió el Gobierno durante varios periodos, dejó de protagonizar la vida política española.
El primer director del periódico fue Lorenzo Nicolás Quintana, amigo de O’Donnell, que no tenía experiencia en la prensa. En sus pocos años de vida El Reino llegó a tener media docena de directores. Manuel Cañete, que simultaneó la dirección del periódico con la de la Gaceta de Madrid, fue el director que le dio más vitalidad, sobre todo económicamente.
Gracias a las ayudas que recibía del Gobierno el periódico llegó a cubrir dos páginas de publicidad pagada, lo que era un caso extraordinario, por lo que tuvo que ampliar a seis las cuatro páginas iniciales. Según la Historia del periodismo español de Pedro Gómez Aparicio, entre los redactores de El Reino llegó a estar Francisco Giner de los Ríos, futuro fundador de la Institución Libre de Enseñanza, que por entonces era partidario de la Unión Liberal.
El Reino contaba con una sección oficial con la información del Gobierno y las crónicas de las sesiones de Las Cortes, una sección extranjera y otra de provincias nutridas ambas por los despachos telegráficos, gacetillas con noticias varias, sección religiosa y comercial e información de espectáculos, sin que faltara el clásico folletín. Como es lógico la información sobre la guerra de África tuvo un papel destacado mientras duró la contienda.
Es curioso ver cómo se abre el primer número del periódico con la información del indulto de la reina a varios reos que habían sido condenado a muerte. Eran cinco hombres que habían intentado robar a un hombre adinerado que fue quien pidió su perdón, dado que no se consumó el robo y en el enfrentamiento con la Guardia Civil no hubo derramamiento de sangre. El Reino alababa el corazón bondadoso de Isabel II y consideraba su gesto un buen augurio para el futuro del periódico.
[Descripción publicada el 20/09/2024]