Periódico madrileño de ideas democráticas que defendía por primera vez en la España liberal el sufragio universal y la república. Junto con el nacimiento del Partido Demócrata, estas ideas se propagaron en España al calor de las revoluciones europeas de 1848. Al aparecer en un año en que gobernaba el partido moderado de ideario liberal conservador el periódico fue perseguido y terminó por desaparecer al cabo de poco más de un mes.
En el número 3 de la Tribuna del Pueblo, que es con el que se inicia la colección de la BNE, se informa que los dos primeros números han desaparecido de la circulación al ser secuestrados por el Gobierno. Con el título ¡Buen Principio! la primera columna de la portada señala: ‘Bajo malos auspicios hemos pisado los umbrales de la imprenta. Nuestros dos primeros números han sido recogidos en el día de ayer por orden de la autoridad superior de la provincia’.
Los editores se defienden diciendo que pretender reformas no quiere decir situarse fuera de la ley para criticar lo existente, y suplican a la autoridad competente no prohíba la salida del periódico porque sus doctrinas críticas ‘giran en esferas muy superiores a las en que giran y se mueven los partidos’, con lo que parecía situarse fuera de la lucha política.
El alma de la Tribuna del Pueblo fue Sixto Cámara, defensor del socialismo utópico cuyas ideas las había adquirido en Francia de Charles Fourier. Fundó el periódico junto con Leandro Rubio, Antonio Ignacio Cervera y Francisco Javier Moya Fernández. Durante el bienio progresista de 1854-1856 Cámara fundó la Soberanía Nacional, órgano del Partido Demócrata. Estuvo preso y se exilió tras la vuelta de los moderados a Portugal, donde falleció con 35 años. Su compañero socialista Fernando Garrido publicó su biografía en 1860, al año de su muerte.
La Tribuna del Pueblo era un típico periódico doctrinario en el que la exposición de su ideario es lo más significativo, lo que no quiere decir que faltara la información nacional e internacional con noticias variadas o la información de espectáculos e incluso una sección industrial.
Tampoco faltaba en sus cuatro páginas el folletín, recurso novelesco que no podía faltar en la prensa de la época. Los primeros números incluían unos pequeños grabados humorísticos que alegraban y daban variedad a la publicación.
El último número, del 17 de octubre de 1851, se publicó solo con una página en la que se informaba que el periódico había sido sancionado con 50.000 mil reales que se sumaban a otros 30.000 anteriores, con lo que no podía continuar. ‘No hay empresa que resista semejantes descalabros, y mucho menos la de La Tribuna, que solo tiene su base en los favores de la opinión’, señalaron sus editores a modo de epitafio.
[Descripción publicada el 20/09/2024]