Semanario (salía los jueves) de carácter humorístico fundado y dirigido por el zaragozano Eusebio Blasco Soler (1844-1903), uno de los más fecundos e ingeniosos escritores y periodistas del último tercio del siglo diecinueve y demócrata centrista que terminará siendo ganado por la causa alfonsina y la Restauración y el Partido Conservador de Cánovas del Castillo. Aparece su primer número el 18 de julio de 1872 y su colección alcanza hasta el 24 de abril de 1873 (es decir, en pleno sexenio revolucionario, entre el reinado de Amadeo de Saboya y la proclamación de la Primera República Española), con entregas de cuatro páginas compuestas a tres columnas. A partir de su tercer número será ilustrado con grabados (dibujos, caricaturas y viñetas) del pintor José Luis Pellicer Feñé (1842-1901). Lleva el socarrón subtítulo de “periódico de primera necesidad”, al que se le añaden los lemas sarcásticos: “Una olla por semana” y “Una indigestión cada ocho días”.
Se trata de una empresa periodística personal de Blasco, que se define como independiente de los partidos políticos, “defensor de todas las clases independientes, trabajadoras y agenas a la política”, pero con textos (en prosa y en verso) sobre política y costumbres sociales e ilustraciones, que a veces ocupan toda su primera página, y en cuyos pies se encuentra la gracia de los tipos y las escenas dibujadas. Inserta breves artículos, croniquillas, sueltos, poemas, jeroglíficos, charadas, acertijos, y tiene, al final, una sección que parodia los anuncios comerciales, publicando también otros verdaderos. Sus textos tienen epígrafes como Tipos políticos, Caricaturas parlamentarias o La semana.
Blasco será también, al principio, el único autor de los textos, pero más adelante formarán la redacción Miguel Ramos Carrión, Vital Aza, Andrés Ruigomez, Pascual Ximénez Crós y Eduardo Palacio, habiendo entre todos ellos “un carlista, un conservador, un republicano, un radical y dos indiferentes. Unidos todos en una misma idea, la prosperidad de los intereses materiales del país, venga por quien viniere”, como el mismo propietario de la publicación expresa en el número correspondiente al dos de enero de 1873. Además, en sus páginas aparecerán textos firmados por Carlos Cano, José M. Bugallo o Fernando Sudrave, así como ilustraciones de los dibujantes Urrabieta y Ortego, llegando a publicar una plana entera de caricaturas.
En el citado primer número de 1873, Blasco se suma a lo que considera alejamiento y desconfianza del público de los partidos políticos, que “sólo desea tranquilidad, orden, facilidad de trabajar, administración barata y bien servida, seguridad personal, pagar poco y trabajar mucho”, da cuenta también de los gastos e ingresos de su publicación festiva -“que no recibe inspiraciones ni subvenciones de nadie y que funda su reputación en su independencia”-, e indica que desde que comenzó a editarla habían aparecido y desaparecido “nada menos que cuarenta y dos periódicos callejeros” con los que había competido, alcanzando una tirada de 27.000 ejemplares con las suscripciones más baratas de España (cinco reales el trimestre).
Pero el semanario de Blasco también será otra publicación de corta vida en un periodo de ejercicio de máxima libertad de expresión, que apenas superará los ocho meses de vida, y en el que edita también Almanaque de El Garbanzo para 1873 (también en la colección de la Biblioteca Nacional de España) y la publicación por entregas con el título Madrid por dentro y por fuera.