Tras acabar el diario El Español su primera época, el 31 de diciembre de 1837, su fundador, Andrés Borrego (1802-1891), que lo había abandonado el 15 de agosto de 1836, creará y dirigirá también este nuevo diario, que aparecerá el 16 de febrero de 1838, como el gran periódico del moderantismo liberal y reformista de este periodo, “continuación y herencia” del anterior, y en el que Borrego alcanzará la cima de su excepcional carrera (Gómez Aparicio: 1967). Será el más firme defensor de la Constitución de 1837 (fruto transaccional de moderados y progresistas), y, desde una opción política partidaria monárquico-constitucional, aunque al principio no se identificara oficialmente con el reaccionarismo del Partido Moderado, al final se pondrá al servicio de su causa. Será contrario a exaltados y progresistas, y siendo defensor de la reina gobernadora doña Cristina, ocupará la vanguardia de la lucha contra la Regencia de Espartero, por lo que padecerá el rigor de las normas de imprenta del 18 de diciembre de 1840 y 9 de septiembre de 1841.
Será tirado en la Imprenta de la Compañía Tipográfica, en entregas de cuatro páginas, compuestas a cuatro columnas. Formalmente, seguirá también la pauta de El Español, aunque con un formato más reducido (que variará) y con suscripciones más baratas, siendo asimismo un periódico profundamente renovador no sólo en su diseño y técnica sino también por sus contenidos, con cuidadas noticias, tanto nacionales como extranjeras, aunque con menor información económica y escasos anuncios comerciales (Seoane: 1983). El faldón de su primera plana estará ocupado por boletines bibliográficos, científicos, industriales o literarios, que después serán sustituidos por un folletín.
Borrego incorporará a su redacción a muchos de los redactores y colaboradores de El Español, como Juan Donoso y Cortés, Joaquín Francisco Pacheco, Alejandro Oliván, Juan Bravo Murillo, o Manuel Pérez Hernández. También en sus páginas estaban iniciando sus tareas y colaboraciones periodísticas Antonio Benavides Navarrete, Ramón de Campoamor, Gabriel García Tassara o Francisco Navarro Villoslada. Y a ellos se sumarán veteranos como Antonio Alcalá Galiano, Santos López Pelegrín (Abenámar) o Antonio María Segovia (El Estudiante). También aparecen entre sus redactores Antonio Benavides, José Gómez de Santaella y José de Zaragoza (Hartzenbusch: 1894). En la amalgama ideológica de sus articulistas, se encuentra asimismo Joaquín Abréu, representante del fourierismo.
Su más destacado contrincante ideológico será el diario progresista El Eco del comercio (1834-1849), con el que polemizará. Según Gómez Aparicio, no están claras las razones por las que dejó de publicarse en pleno éxito el órgano más cualificado del partido moderado. María Celia Fórneas (1999) señala que fue víctima de un golpe de mano de los propios moderados por ser demasiado liberal. A finales de 1841, El Correo nacional había quedado en manos del joven Luis José Sartorius (futuro primer conde de San Luis, y tras publicar su último número el 15 de junio de 1842, fue remplazado al día siguiente por otro gran título de la prensa conservadora: El Heraldo (1842-1854), que funda y dirige el propio Sartorius.
Para este título damos también como referencia bibliográfica la monografía Andrés Borrego: periodismo político liberal conservador (1830-146), editado por Castellote, en 1972.