Considerado como el primer semanario gallego, comenzó el 15 de agosto de 1811 y aún se publicaba en enero de 1815. A juicio de Checa Godoy es “uno de los más característicos títulos serviles” impresos en España durante la guerra de la Independencia. Había comenzado como un posibilista para después convertirse en un exaltado absolutista. Fue fundado por el fraile dominico José de Bentín y el canónigo Santiago Francisco Cabrera, y su principal impulsor fue el catedrático de Teología de la Universidad de Santiago Antonio Javier Álvarez (1777-1845). Tuvo una amplia plantilla de redactores y colaboradores, entre ellos un grupo de religiosos, entre los que se encontraban los ya citados y el párroco de Caldas de Reis, Bernardo Caamaño, así como Manuel Freire Castrillón, un comerciante que había sido diputado doceañista y que dirigirá y redactará otros periódicos serviles del periodo.
Dirigido “a los amantes de la religión y del orden”, nació para combatir a los liberales, polemizando ásperamente con los títulos de esta ideología durante el periodo, como El patriota compostelano, El cartel, Gaceta marcial y política de Santiago y El estandarte.
Más doctrinal que informativo, estructura perfectamente su amplio contenido en secciones, como política (que después denominará crítica), guerra, cortes, noticias, variedades, etc. Son abundantes sus artículos de opinión, escribiendo Benito María Sotelo de Novoa y Niño los referidos a la Constitución, y da cabida a artículos comunicados y de oficio, extractos de periódicos y de otros papeles, avisos, cartas de religiosos e información sobre libros.
Fue editado en números generalmente de 16 páginas (a veces de 20), con foliación seguida, y en algún momento fue bisemanal (miércoles y sábados), y además de salir de la imprenta de Juan Francisco Montero, fue impreso también en la de Juan María de Pazos.