Los artífices del semanario literario El Céfiro, que había comenzado una “época segunda” el tres de abril de 1864, sacan también esta edición con el objeto de, probablemente, competir con el festivo El Cascabel (1863), que había fundado Carlos Frontaura, en un momento en el que proliferan este tipo de publicaciones en la capital de la Monarquía. Su primera entrega es del 22 de mayo de ese año, una vez que Ernesto de la Calle había sustituido a Gonzalo de Zamorano en la dirección de El Céfiro, apareciendo también como “fundador” Joaquín Martínez Tomás y como editor responsable, Tirso Contreras. La redacción y administración es la misma, y sale asimismo de la imprenta madrileña de P. Conesa.
La colección de este título en la Biblioteca Nacional de España la integran solo dos entregas dominicales, la citada y la del 29 de mayo, que son de cuatro páginas y a doble columna. La diferencia formal entre ambas es el gran grabado que inserta en la cabecera la segunda. Publica en sus páginas artículos y comentarios sueltos en prosa y versos, todos ellos de carácter festivo, satírico y polémico con otras publicaciones del mismo carácter y personajes de la Corte, firmados todos ellos con seudónimos: Balandrán, Sagitario, Trampolín, El Bachiller Tijeras o Espinilla. Tanto El Céfiro como esta Edición satírica, que tenía venta callejera, no debieron de pervivir mucho más tiempo en la palestra de la prensa madrileña.