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Papel periódico de La Havana

Papel periódico de La Habana
Aviso (La Havana)
Gacetas
Sería la cuarta publicación periódica que apareció en la capital de las Antillas españolas, después de que lo hubiera hecho la semanal Gazeta de la Havana (1764-1766) –en ese siglo se utilizaba la letra v en su grafía-, promovida por el conde de la Ricla, Ambrosio de Funes Villalpando (1720-1780), como primer gobernador y capitán general de Cuba, tras el Tratado de París que había dado fin a la invasión inglesa de la isla (1762-1763); la aparición posterior (no segura) del semanario literario El Pensador, y la reaparición de la Gazeta entre 1782 y 1783, la única de la que se conservan un par de ejemplares. La imprenta había llegado a Cuba un poco tarde en comparación con otras capitales americanas, en la segunda década de ese siglo XVIII. Este Papel periódico será también fundado por un nuevo gobernador y capitán general de la isla, el ilustrado, viajero y europeísta Luis de las Casas y Arragorri (1745-1800), apareciendo el domingo, 24 de octubre de 1790, en cuyo prospectó indicará su intención de informar sobre lo que ocurría en todas las partes del mundo, aunque serán las noticias locales las que predominarán en sus páginas. Como director y principal redactor se pondrá al frente de la publicación Diego de la Barrera (1746-1802), que ya había dirigido la Gazeta de 1782. La estructura formal y de contenidos de este Papel periódico es la típica de las gazetas del siglo XVIII, y de carácter oficioso. Su prospecto indicaba que contendría noticias sobre los precios comerciales, el movimiento portuario, de espectáculos, de bibliografía (obras nuevas) o retazos de literatura y de costumbres, y su páginas insertarán informaciones de variados asuntos, artículos literarios o composiciones en verso, pero destacando en su caso los anuncios de venta y compra de esclavos. Al finalizar aquella centuria, la burguesía criolla cubana estaba adquiriendo un excepcional ascenso y asentamiento a través de una intensificación de la colonización blanca y el incremento del número de esclavos negros, de tal modo que La Habana se convertirá en una de las ciudades americanas más pobladas, pues de los 171.620 habitantes registrados en 1774, se pasará a los 553.033, en 1817. La parte intelectual de esa burguesía criolla fue la que –a través de la Sociedad Patriótica, después reconvertida en Real Sociedad Económica de Amigos del País- se encargaría de editar el periódico, en el que junto a los datos meteorológicos o adivinanzas y otros pasatiempos, difunde noticias culturales o divulgará el teatro europeo, a la vez que realizará una inteligente crítica de las costumbres caribeñas (Checa Godoy: 1993 y Cruz Hermosilla: 2008). También incluye artículos o proyectos sobre ciencia, moral y religión, hidráulica, derecho, agricultura, comercio, medicina, higiene, educación, política o de bellas artes, entre otros asuntos, lo que le confirió una extraordinaria calidad y popularidad (Tarín Iglesias: 1972). Pierre Albert (1990) lo califica de periódico literario, ilustrado y de conocimientos útiles. Además del propio Luis de las Casas y Diego de la Barrera, entre sus principales redactores y colaboradores estuvieron el médico e investigador Tomás Romay y Chacón (1764-1849); el famoso predicador José Agustín Caballero (1762-1835), conocido como el padre Agustín, y el militar e insigne poeta Manuel de Zequeira y Arango (1764-1846). Tras tomar la Real Sociedad Económica la propiedad del periódico y suscribir un convenio con su impresor, a partir de abril de 1793, sus principales integrantes se irán responsabilizando de su edición de forma rotatoria: De la Barrera; el doctor Romay; el padre Caballero o el gran auspiciador del liberalismo económico en Cuba Francisco de Arango y Parreño (1765-1837). La colección de este periódico en la Biblioteca Nacional de España (BNE) se reduce a una docena de ejemplares de los años 1793, 1794 y 1804. Son número de cuatro páginas, compuestas a una y dos columnas, llevando al pie la indicación “con permiso del superior gobierno”, pero sin imprenta, aunque salía de la de Francisco Seguí. Al principio se publicaba los domingos, y a partir de 1791, los jueves y domingos. Desde mayo de 1805 será continuado por El Aviso, que adopta como subtítulo “papel periódico de La Havana”, y del que la BNE dispone de más de un centenar de números. Para Papel periódico de La Havana y la prensa cubana véase, además de las citados, las obras que publicó en 1928 y 1941 Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), Gay-Calbó (1941), Llaverías (1954) o el repertorio de bibliografía y el periodismo en Cuba, de Millares Carlo (1976). Así como otros trabajos más recientes, de Cintio Vitier (1991), Franco Quinziano (1997 y 1999), Marrero (1999), González Ripoll (2000), López Espinosa (2001), José Gomariz (2004) o Alina Gutiérrez (2006)