Semanario satírico y humorístico que aparece el cuatro de diciembre de 1921, fundado y dirigido por el artista gráfico y caricaturista Pedro Antonio Villahermosa y Borao (1869-1945), que ya había popularizado su seudónimo Sileno en las páginas de publicaciones previas de este tipo, como Gedeón (1895-1912), la revista que había heredado el humorismo conservador del siglo diecinueve fundado por El Padre Cobos (1854-1856 y 1869). Sileno convocará en esta publicación a una nueva generación de escritores e ilustradores festivos –junto a algunas viejas glorias- para llevar a cabo un “laboratorio de experimentos”, que dará como resultado un humor nuevo, moderno y vanguardista: el del absurdo.
Así lo señalan quienes se han acercado al estudio de este género, como López Ruiz (1995 y 2006), quien ha indicado que esta revista constituye un “hito en la historia de la prensa festiva de vocación universal”, y que no duda en calificar como “la mejor publicación del género humorístico” del siglo veinte, coincidiendo con la edad de oro de esta prensa, y que, en este caso, competirá directamente con el semanario también satírico fundado y dirigido por el volteriano y republicano editor Artemio Precioso (1891-1945): Muchas gracias (1924-1932).
Como innovadores del arte gráfico, la caricatura y la historieta, sus artífices formarán parte de una generación a la que se ha llegado a denominar la “otra” generación del 27, que practicará un humor intrascendente, disparatado y huidizo de la crítica política directa, como señalan Seoane y Saiz (1996), en una revista que llegará a obtener una amplia clientela entre los sectores burgueses, alcanzando hasta cuatro ediciones y una tirada ordinaria de 25.000 ejemplares, según recogió la Estadística de 1927.
Entre los escritores de la vieja escuela se dan cita Tomás Luceño Becerra (1844-1931); el jurídico militar Carlos Luis de Cuenca Velasco (1849-1927), que usa los seudónimos Luis de Charles, Fulano de Tal o Mefistófeles; el dramaturgo Manuel Soriano Bada (1859-1933); Juan Pérez Zúñiga (1860-1938), que usa los seudónimos Sursum Corda y Artagnan: Luis de Tapia (1871-1937) o Eduardo Zamacois (1873-1971). Entre los nuevos, cuyo nacimiento rondaba los últimos años del siglo diecinueve y los primeros del veinte, estarán: Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), que inundará las páginas de la revista de “ramonismo” y usa los seudónimos Cardenio y Tristán; Jacinto Miquelarena y Regueiro (1891-1962); Antonio Joaquín Robles Soler (1897-1983), conocido como Antoniorrobles; Edgar Neville (1899-1967); el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), que usa el seudónimo Conde Enrico de Borsalino, o José López Rubio (1903-1996), que actuará también como secretario de redacción.
Pero asimismo escribirán en sus páginas otros escritores de gran calado, como Julio Camba (1882-1962), que usa el seudónimo Silvio Lago; José Francés (1883-1964), que tendrá la sección Humoristas contemporáneos; el crítico de arte Manuel Abril García (1884-1943) o Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964). También, Ernesto Polo López (-1956), que usa los seudónimos Desperdicios, Asterisco o Néstor O. Lope y que actuará también como coordinador de la revista; el crítico Luis Astrana Marín (1889-1960), que publicará un artículo contra Miguel de Unamuno en su número 17, o Francisco Ramos de Castro (1890-1963), que usa el seudónimo Robadallito, entre otros muchos.
Entre los dibujantes, ilustradores, caricaturistas y autores del chiste gráfico, convergen también viejos y nuevos artistas. Entre los primeros, el farmacéutico Teodoro Gascón Baquero (1850-1926); Joaquín Xaudaró Echauz (1872-1933); Manuel Tovar Siles (1875-1935), que usa el seudónimo Don Hermógenes; Feliu Elías i Braçons (1878-1948), que usa el seudónimo Apa; Gerardo Fernández de la Reguera (1881-1937), con el seudónimo Areuger; Fernando Gómez Páramo del Fresno (1881-1949), introductor del “bocadillo” o “fumete”, autor de la sección de caricaturas de políticos bajo el título Pinacoteca de Buen humor y que también usará el seudónimo Sileno; Lluis Bagaria Bou (1882-1940); Salvador Bartolozzi (1882-1950); el introductor en España del art déco, Rafael de Penagos (1889-1954), que usa el seudónimo Zala; Francisco Ramírez Montesinos (1889-194?); Ricardo García López (1890-1984), con el seudónimo K-Hito, y que había dirigido Gedeón (1895-1912), o Federico Ribas Montenegro (1890-1952), que usa el seudónimo Mirko. Entre los nuevos artistas gráficos están también Francisco López Rubio (1895-1965); Antonio Lara Gavilán (1896-1978), conocido como Tono, quien junto con otro de los benjamines de la redacción, Miguel Mihura (1905-1977), fundará años más tarde La codorniz (1941-1978), en la que coincidirán muchos de los nuevos que aquí ya se citan.
Entre estos nuevos dibujantes están también Valentí Castanys i Borràs (1898-1965), que usa el seudónimo Lord Castanys As; el médico José Sama Navarro (1902-1989); Enrique García-Herreros Codesido (1903-1977), que usa el seudónimo Don Kike; Federico Galindo Lladó (1904-¿); José Borobio Ojeda (1907-1984); Antonio Orbegozo Urruela (1908-1995) y Antonio Vares (1909-1966). Otros gráficos fueron: el cubano Sirio García Hernández, que fallecería durante el Madrid sitiado en noviembre de 1937; y el militar Cesáreo del Villar Besada (-1941), conocido con el seudónimo Karikato, entre otros muchos.
El subtítulo de la publicación será un escueto “semanario satírico”, cuya vida se prolongará principalmente durante la dictadura de Primo de Rivera y la dictablanda de Berenguer, por lo que estuvo sometida a la censura militar previa. Sus entregas son de más de una veintena de páginas cada una, con las que forman la cubierta y contracubierta a veces con papel de mejor calidad, estampadas estas a cuatro tintas planas, y con doble página central. Su composición es a tres columnas. Inserta también humor extranjero en una sección bajo el epígrafe A tiro de fusil, que no es otra cosa que material “fusilado”, y convoca concursos entre los lectores, como uno de historietas, en los que participan dibujantes de provincias, como es el caso del murciano Luis Garay (1893-1956). En mayo de 1927 muchos de sus redactores y colaboradores pasarán a engrosar un nuevo semanario de humor: Gutiérrez, que, fundado y dirigido por el ya citado Ricardo García, mantendrá incluso un formato y composición similar.
Mientras que la vida de Gutiérrez se prolongará hasta 1935, por su parte, Buen humor se extinguirá, tras una década en publicación, al poco tiempo de que el régimen republicano quede constituido. El 521 es el último de la colección de la Biblioteca Nacional de España, que corresponde al 27 de diciembre de 1931.
[Descripción modificada el 30/08/2018]